Tulancingo: su imagen emblemática

Tulancingo: su imagen emblemática
Rocío Ruiz de la Barrera

Los inmuebles de carácter histórico, entre los que se encuentran edificaciones civiles y religiosas de la época colonial, son un apartado notable del patrimonio cultural de México. De manera particular, nos ufanamos del legado que constituyen templos y conventos, fundados por misioneros de distintas congregaciones, desde loscuales desplegaron la conquista espiritual a las comunidades indígenas, tanto aquellas concentradas y accesibles en valles y llanuras como el vasto número de las pequeñas y dispersas en las intrincadas sierras.
La población indígena del actual estado de Hidalgo quedó a cargo de frailes agustinos y franciscanos, desde asentamientos conventuales por demás contrastantes; los primeros impulsaron laconstrucción de imponentes espacios mientras los hermanos de la Orden de San Francisco, en congruencia con su voto de pobreza, tuvieron por norma la austeridad. Sin embargo, la trascendencia de unos y otros reside, más allá del indudable mérito arquitectónico per se, en el significado del mestizaje a partir de la herencia colonial que pervive hasta nuestros días: el idioma español enriquecido convoces del nahua, hñäñhu, ñuhu y tepehua a la par de la permanencia de éstas lenguas; la cosmovisión cristiana que, en el marco de celebraciones litúrgicas y devociones locales, se expresa en fiestas y rituales en sincretismo con la cosmovisión prehispánica; y la materialización del mestizaje en la arquitectura y las artes plásticas - pintura y escultura- ejecutadas con diferentes modalidades, enlas que manos y corazón indígenas, mestizas y criollas dejaron su impronta.
Al importante núcleo de población asentado en el fértil valle de Tulancingo, que había sido uno de los 14 grandes señoríos del reino de Texcoco en el marco de la Triple Alianza, llegaron desde 1524 los primeros misioneros franciscanos, quienes se desplazaban desde su convento establecido en dicho sitio. En los añossubsecuentes su labor evangelizadora les permitió, hacia 1527, contar con capillas, como la de Nuestro Señor de la Expiración; y antes de un lustro, en 1528, emprendieron la edificación del claustro y templo dedicado a San Juan Bautista en una zona intermedia entre dos asentamientos de pobladores. Fue así que este sitio se constituyó en el centro de vida de quienes ya habitaban el valle, de los reciénllegados de España, y de sus descendientes. Este hecho explica que en el temprano orden colonial la población fuera denominada San Juan Bautista Tulancingo.
En el proceso de secularización que tuvo lugar al mediar el siglo XVIII, la comunidad cristiana formada por los franciscanos facilitó que este complejo arquitectónico se constituyera en sede parroquial bajo la jurisdicción del Arzobispadode México en 1754. Tres décadas más tarde, el clero secular decidió, sin modificar la arquitectura temprana del claustro, reedificar la iglesia a fin de ampliarla y sustituir por bóveda de mampostería la probable techumbre de madera a dos aguas cubierta de teja (quizá previniendo el infortunio de un incendio). Si bien esta decisión era la acostumbrada en la época, en el caso de Tulancingo resultaextraordinario que la cimentación de una edificación de estilo neoclásico, como hoy la conocemos, se realizara a partir de los muros primigenios. Reforzar las vetustas paredes, que no habían sido levantadas para soportar el peso y la presión de la nueva cubierta, significó en principio un desafío técnico y económico, durante más de dos decenios. La realización de la obra contó con el respaldode muchos a partir del conocimiento y la experiencia de especialistas, pero sin duda el mérito esencial radicó en el proyecto arquitectónico. La Real Academia de San Carlos aprobó el que fue presentado por el sobresaliente don José Damián Ortiz de Castro en 1788, entonces maestro mayor de la Ciudad de México y de la Catedral Metropolitana (quien no vio concluida la obra a causa de su muerte...