Valores y antivalores

Hace unos días hablábamos de la profunda confusión entre valores y antivalores en la que nos encontramos inmersos como sociedad, un verdadero arroz con mango de confusión moral.


Se reseñaronalgunas de las muchas manifestaciones de exaltación del antivalor en varios aspectos de nuestra cotidianidad. Entre otros ejemplos de tributo a “lo malandro”, se mencionaron: Algunas estrategiasimplementadas en las campañas comunicacionales para impulso de artículos de consumo masivo, las actitudes de los intérpretes de los novedosos géneros urbanos musicales, la difusión de contenido inapropiadoen la programación de TV a través del nuevo genero “narco-novela”, la circulación de nuevos “periódicos” que fomentan un lenguaje vulgar y miserable, el culto religioso a delincuentes abatidos y laprofunda crisis de fe que esto supone.


Luego de todas esas expresiones de perversión, ¿cómo puede sorprendernos nuestro deterioro social y moral?, ¿qué hay de la ética cívica de todos losinvolucrados en cada uno de los ejemplos de reverencia a los antivalores?


El asunto es que no sólo se trata de identificar aquellas cosas que constituyen el fomento del antivalor, debemos actuar, nobasta con quejarse. Todos y cada uno, podemos usar nuestros talentos, habilidades y posiciones en cada área, para, en lugar de ocuparnos sólo de intereses particulares, nos involucremos como parte deuna sociedad en su conjunto, contribuyendo así, entre todos, con la labor de educar y formar en valores y principios a todo un pueblo que a veces pareciera desorientado.


Medios, comunicadores ylíderes religiosos, entre otros, tienen la responsabilidad de tomar la iniciativa primaria de incorporar campañas y acciones de rescate de los valores y principios morales.


Una de las cosas porlas que más se recuerda con nostalgia y admiración al tristemente desaparecido Renny Ottolina, es justamente por su dedicación y uso de los medios para formar y educar cívicamente al pueblo...