Vanka, Anton Chéjov

Páginas: 7 (1576 palabras) Publicado: 26 de febrero de 2014
VANKA
Anton Chéjov

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Vanka Chukov, un muchacho de nueve años,
a quien habían colocado hacía tres meses en casa
del zapatero Alojin para que aprendiese el oficio,
no se acostó la noche de Navidad.
Cuando los amos y los oficiales se fueron, cerca
de las doce, a laiglesia para asistir a la misa del
Gallo, cogió del armario un frasco de tinta y un
portaplumas con una pluma enrobinada, y, colocando ante él una hoja muy arrugada de papel, se
dispuso a escribir.
Antes de empezar dirigió a la puerta una mirada, en la que se pintaba el temor de ser sorprendido, miró al icono obscuro del rincón y exhaló
un largo suspiro.
El papel se hallaba sobre un banco, ante elcual
estaba él de rodillas.
«Querido abuelo Constantino Makarich
–escribió–: Soy yo quien te escribe. Te felicito con
motivo de las Navidades y le pido a Dios que te
–3–

colme de venturas. No tengo papá ni mamá; sólo
te tengo a ti… »
Vanka miró a la obscura ventana, en cuyos cristales se reflejaba la bujía, y se imaginó a su abuelo
Constantino Makarich, empleado a la sazón comoguardia nocturno en casa de los señores Chivarev.
Era un viejecillo enjuto y vivo, siempre risueño y
con ojos de bebedor. Tenía sesenta y cinco años.
Durante el día dormía en la cocina o bromeaba
con los cocineros, y por la noche se paseaba, envuelto en una amplia pelliza, en torno de la finca,
y golpeaba de vez en cuando con un bastoncillo
una pequeña plancha cuadrada, para dar fe de que
nodormía y atemorizar a los ladrones. Acompañábanle dos perros: Canelo y Serpiente. Este último
se merecía su nombre: era largo de cuerpo y muy
astuto, y siempre parecía ocultar malas intenciones; aunque miraba a todo el mundo con ojos
acariciadores, no le inspiraba a nadie confianza.
Se adivinaba, bajo aquella máscara de cariño, una
perfidia jesuítica.
Le gustaba acercarse a la gente con suavidad,sin ser notado, y morderla en las pantorrillas. Con
frecuencia robaba pollos de casa de los campesinos. Le pegaban grandes palizas; dos veces había
estado a punto de morir ahorcado; pero siempre
salía con vida de los más apurados trances y resu–4–

citaba cuando le tenían ya por muerto.
En aquel momento, el abuelo de Vanka estaría,
de fijo, a la puerta, y mirando las ventanas iluminadas dela iglesia, embromaría a los cocineros
y a las criadas, frotándose las manos para calentarse. Riendo con risita senil les daría vaya a las
mujeres.
–¿iere usted un polvito? –les preguntaría,
acercándoles la tabaquera a la nariz.
Las mujeres estornudarían. El viejo, regocijadísimo, prorrumpiría en carcajadas y se apretaría
con ambas manos los ijares.
Luego les ofrecería un polvito a losperros. El
Canelo estornudaría, sacudiría la cabeza, y, con el
gesto huraño de un señor ofendido en su dignidad,
se marcharía. El Serpiente, hipócrita, ocultando
siempre sus verdaderos sentimientos, no estornudaría y menearía el rabo.
El tiempo sería soberbio. Habría una gran calma
en la atmósfera, límpida y fresca. A pesar de la
obscuridad de la noche, se vería toda la aldea con
sus tejadosblancos, el humo de las chimeneas, los
árboles plateados por la escarcha, los montones
de nieve. En el cielo, miles de estrellas parecerían
hacerle alegres guiños a la Tierra. La Vía Láctea se
distinguiría muy bien, como si, con motivo de la
fiesta, la hubieran lavado y frotado con nieve…
–5–

Vanka, imaginándose todo esto, suspiraba.
Tomó de nuevo la pluma y continuó escribiendo:
«Ayerme pegaron. El maestro me cogió por
los pelos y me dio unos cuantos correazos por
haberme dormido arrullando a su nene. El otro
día la maestra me mandó destripar una sardina, y
yo, en vez de empezar por la cabeza, empecé por
la cola; entonces la maestra cogió la sardina y me
dio en la cara con ella. Los otros aprendices, como
son mayores que yo, me mortifican, me mandan
por vodka a la...
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