Wastio

Páginas: 563 (140699 palabras) Publicado: 7 de marzo de 2013
PRIMER ENCIERRO
23 DICIEMBRE 1994 i
ENTRANDO EN ALCALÁ-MECO

23 diciembre 1994 Prisión de (Alcalá-Meco) Alta Seguridad MADRID II

—Ahora, Mario, vas a ir a la celda. Comprendo que el primer encuentro puede ser desestabilizador. Te ruego que no te vengas abajo y que procures leer para evadirte. Al ver el sitio donde vas a vivir es muy posible que... en fin..., no te preocupes porque tesobrepondrás enseguida. Por eso, por favor, lee y no pienses demasiado. Mañana será otro día. Jesús Calvo, el director de la prisión de Alcalá-Meco, y yo charlábamos en el pequeño despacho encalado en blanco que teóricamente se destina al llamado Juez de Vigilancia Penitenciaria, una especie judicial de cuya existencia, contenido y funciones jamás escuché una sola palabra antes de ingresar en prisión,ni siquiera cuando estuve dedicado a las oposiciones a abogado del Estado. —No te preocupes, director —fue mi respuesta, sin que percibiera que esas palabras admonitorias de algún posible y hasta probable desperfecto emocional me

causaran demasiado impacto. Al fin y al cabo, era mi primer encuentro con la autoridad del Centro y no era cosa de extenderse excesivamente en discursosimprovisados. Con ese «no te preocupes», una frase de esas que pronuncias cuando no sabes qué pronunciar, cuando la mente consume puros reflejos mecánicos condicionados, dimos por finalizado este primer contacto, asumiendo que volveríamos a vernos en alguna que otra ocasión dentro del recinto, a pesar de que no es demasiado usual el encuentro personal y directo entre el director y el recluso, porque para esoestán, como tendría ocasiones múltiples de comprobar durante mis estancias, los psicólogos, educadores y demás componentes de eso que llaman Equipo Técnico. Abandoné sin ruido el despacho blanco. Presentía que Jesús Calvo contemplaba en silencio mis movimientos, tratando de descubrir en cualquiera de ellos, por inocuo que pudiera parecer a los profanos de este arte, alguna información relevantesobre mi estado de ánimo, que se suponía abatido, destrozado, descompuesto por ese tránsito forzoso entre la gloria y la cárcel, entendiendo, claro, la finanza como gloria y la cárcel como abismo de lo insondable... Que es mucho entender, desde luego. Jesús Calvo, además de gran director de prisiones, excelente persona, es psicólogo, por lo que no debe extrañar ese escudriñamiento de mi lenguajegestual. Sintiendo la punzada de su observación en mi nuca, me volví repentinamente hacia él siguiendo un extraño impulso con la finalidad de cruzar miradas y sonrisas, como alargando, estirando la despedida final, como los

ministros con sus cargos cuando saben que van a ser cesados. Me fijé en sus ojos: apuntaban curiosidad... y algo más indefinible. ¿Tristeza tal vez? ¿Simpatía? No lo sé.Recorrí el pasillo en dirección contraria y volví al lugar en el que me habían tomado minutos antes las huellas dactilares. Frente a la mesita de fórmica y aglomerado dedicada a esos menesteres, inmediatamente antes de la puerta que da acceso al lugar en el que se encuentran las llamadas celdas americanas, la prisión cuenta con una especie de control de equipajes, de esos que se utilizan en losaeropuertos para analizar el contenido de las maletas de los que quieren subirse al avión, aunque aquí, en esta prisión de alta seguridad, no se encuentren maletas propiamente dichas, y mucho menos viajeros en tránsito hacia otro lugar, sino personas que llevan sus bolsas, más bien cutres en muchos casos, y que se ven forzadas a quedarse un tiempo en semejante monasterio de la oscuridad. El funcionariodel departamento de Ingresos, con movimientos lentos que traslucían meticulosidad, fue vaciando poco a poco, pieza a pieza, la bolsa que Lourdes, con la ayuda de Alejandra, me había preparado. Sentí un poco de rubor cuando vi cómo un extraño manejaba con sus manos mis calzoncillos, calcetines, pijamas y otras piezas de ropa que, por cierto, evidenciaban que por mucho que le dijeran a mi mujer que...
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