Zulia g
Con el mismodesinterés, comía papas fritas, de esas que venden en las tiendas más cercanas, con su mirada fija en el aparato frente a ella; la luz era lo único que recibía del mismo, ya que nada de información se le metíaen la cabeza.
-Zelda…-
Ese era su nombre, pero parecía no recordarlo porque no se preocupó por responderlo. Y seguía mirando el televisor y comiendo robóticamente.
La mujer que la llamaba,albina por cierto, se encaminaba a apagar el televisor y así sacarla de aquel trance en la que estaba. Pero la rubia no dejaba de verlo, solo masticaba e ingresaba más comida en su boca.
-¡Zelda!-exclamaba la mujer mientras se acercaba a la joven, y le arrebataba sus alimentos de la mano.
-¡HEY!- exclama la chica, reaccionando y viendo a quien le había robado la base de su interesanteactividad.
-¡Niña! Gracias a Nayru que sigues viva- -
-Impa ¡Devuélvemelas!- gritó Zelda refiriéndose a las frituras.
Mientras que la alta mujer solo las elevaba alejándolas de la jovencita, eso, almomento que, de su bolsillo sacaba una agenda electrónica y la revisaba.
-Comiste demasiadas, engordarás… y además no invitas- inmediatamente encontró lo que buscaba en su móvil –Tu viaje parte alas cinco, supongo que ya estás lista-
Zelda dejó de comportarse… infantil y retomando postura cerró los ojos mostrándose orgullosa y respondió:
-Por supuesto, ¿No ves mi mochila?- mientrasseñalaba el objeto sobre una silla a lado de su anterior asiento.
Impa dejó la bolsa de las papas y la agenda electrónica en la mesa y abrió la maleta de la chica.
Zelda acercó su mano sigilosamente alas papas prisioneras, por lo que su acompañante las alejó en un acto reflejo.
-¡Ya fue mucho! Casi te absorbiste todo el paquete viendo televisión- remarcó Impa.
-¡Estaba aburrida! Y… no...
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