2 parte valla a prueba de conejos 1
Encontrar la valla fue un gran momento en el largo camino. Era una frontera para la gente Mardudjara del desierto occidental, y para las tres fugitivas la valla era una parte de su propio mundo. Pertenecía a su propio hogar, el hogar al que estaban intentando tan difícilmente regresar.
“Estamos cerca de casa” dijo Molly. “Va a ser más fácil ahora. Tenemos quecaminar a lo largo de la valla todo el camino hacia Jigalong”.
Molly no se daba cuenta de que no estaban tan cerca de casa. Ellas estaban a menos de la mitad del camino, y todavía tenían más de ochocientos kilómetros que caminar. Pero la valla les dio a las niñas esperanza, fue como encontrar a un viejo amigo perdido- un amigo que les mostraría el camino a casa.
Quizás las niñas habían encontrado unamigo en la valla a prueba de conejos, pero sus enemigos estaban acercándose a ellas. Desde Perth, el señor Neville, el jefe protector de los aborígenes, envió un telegrama a la comisaría de Geraldton.
SERÁ MALO PARA EL GOBIERNO SI ESTAS NIÑAS NO SON CAPTURADAS. GASTEN EL DINERO NECESARIO Y ENCUENTREN Y CAPTÚRENLAS TAN PRONTO COMO SEA POSIBLE.
El inspector de Geraldton envió órdenes a lospolicías en las comisarías de cerca y de lejos. Busquen a las fugitivas. Pidan a los granjeros y obreros de las estaciones que vigilen. Envíen informes rápidamente, por teléfono o telegrama.
La mayoría de la gente sabía de las tres mestizas con sus viejos abrigos del ejército caminando a través de la maleza. Pero cuando un informe alcanzaba una comisaría, Molly, Daisy y Gracie ya se habían ido. Estabancaminando sobre 30 kilómetros cada día, y la policía nunca las podía alcanzar.
El día después de encontrar la valla, las niñas llegaron a un claro en los arbustos de acacia. Daisy miró alrededor.
“Mira, Dgudu” dijo “Cuantos agujeros de lagartos hay aquí. Quizás podríamos cazar uno”.
Los goannas eran un tipo de lagartos, y como es normal, las niñas tenían hambre. Molly paró para mirar, pero en esemomento oyeron una voz de hombre gritando.
“Hey, niñas”.
Se giraron y vieron a un aborigen montando en bici bajando a lo largo de la valla. Al momento ellas corrieron hacia los arbustos más espesos y se arrojaron al suelo para esconderse.
“No escapéis, quiero hablar con vosotras” gritó el hombre. Ellas se asomaron con cuidado entre los arbustos, y vieron al hombre llevando algo en una mano.“Mirad” gritó. “Tengo algo de comida para daros. Venid, no tengáis miedo”.
“Tengo hambre, Dgudu” susurró Gracie.
Ellas estaban todas hambrientas, hambrientas de la mañana a la noche, y su necesidad de comer era más fuerte que su miedo.
Ellas se sentaron en el suelo en el claro, y el hombre les dio carne fría y pan de su caja de comida. Él también les dio una caja de cerillas.
“Mi nombre es Don” dijo.“¿Cuáles son vuestros nombres?”
No respondieron.
Don lo intentó otra vez. “¿A dónde vais?” preguntó.
“Vamos a seguir la vía del ferrocarril hasta Wiluna” mintió Molly. Ella se calló, todavía comiendo su trozo de pan. “Nos vamos ahora. Vamos”. Dijo a las otras niñas. Gracie y Daisy se levantaron y la siguieron, todavía comiendo.
Don Willocks las miró alejarse. Después de un rato ellas pararon, la niñamás pequeña subió a la espalda de la mayor. No miraron hacia atrás y pronto habían desaparecido en el desierto.
Don Willocks contó su encuentro a su jefe, que avisó al policía Larsen de la comisaría de Yalgoo. Larsen telefoneó al inspector Simpson de Geraldton.
La búsqueda empezó otra vez. Moodoo, el rastreador negro del centro Moore River, fue enviado para ayudar, y el 5 de septiembre él y elpolicía Larsen, condujeron hacia Pindathuna a recoger a Don Willocks. Después ellos subieron a lo largo de la valla a prueba de conejos, donde Don había visto a las niñás.
Pero la lluvia nocturna había lavado las huellas. Los buscadores continuaron a lo largo de la valla buscando huellas. Cuando llegó la oscuridad, hicieron un campamento y a la mañana siguiente con la primero luz empezaron...
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