Agua
Rubén Hernández León
Universidad de California, Los Angeles
Introducción
En los albores del siglo XXI la migración mexicana a Estados Unidos vive un profundo proceso de transformación como fenómeno demográfico y social. Dicha transformación viene ocurriendo tanto en el destino como enel origen de este flujo migratorio. Aunque existen un sinnúmero de evidencias que apoyan esta afirmación, me referiré brevemente a algunas de las más relevantes. Por el lado del destino, los trabajadores mexicanos y sus comunidades están presentes en los más diversos lugares de la Unión Americana: desde los lugares de gran tradición y concentración como California y Texas hasta lugares deasentamiento reciente, tales como Georgia y Kentucky (Hernández León y Zúñiga 2000). Tal y como se ha planteado en trabajos claves sobre el tema, en Estados Unidos la migración mexicana ya no es un fenómeno social de carácter regional, sino uno con un claro impacto nacional (Durand, Massey y Charvet 2000; Zúñiga y Hernández León en prensa).
Aunque la dispersión de las comunidades mexicanas a losrincones más insólitos del territorio norteamericano obedece a distintas razones, aducimos una de ellas: el crecimiento explosivo de la población mexicana en aquel país durante la última década del siglo XX. Mientras que en 1990 había unos 4.2 millones de mexicanos en Estados Unidos, para el inicios del nuevo siglo se calculaban cerca de 9.8 millones. Esta cifra—que no toma en cuenta a todasaquellas personas con experiencia migratoria pero que han regresado a México—indica que los movimientos de población hacia los Estados Unidos
tienen un carácter masivo (Durand 2000). Hoy día se puede decir, grosso modo, que por cada 10 mexicanos residiendo en México, hay uno que vive en el vecino país del norte.
Dadas estas cifras y proporciones no sorprende del todo que, por el lado del origen, sevenga dando una propagación del comportamiento migratorio a localidades y regiones del territorio mexicano con poco contacto con el añejo flujo a los Estados Unidos. Durante los años 90, por ejemplo, se observó un crecimiento notorio de la migración veracruzana—un estado de la región sureste del país, cuya participación en la migración internacional ha sido históricamente mínima. Así, actualmenteno es difícil encontrar comunidades de veracruzanos en Texas, Georgia y Maryland (Dunn et al. en prensa, Pérez Monterrosas 1991). Según un reporte reciente del Consejo Nacional de Población, sólo 93 de los 2,443 municipios de México no han recibido remesas del exterior ni tienen habitantes con experiencia migratoria internacional. Según ese mismo reporte 18 % de los hogares mexicanos recibenremesas o tienen familiares directos en Estados Unidos (Tuirán, Fuentes y Ávila 2002).
El presente trabajo se centra en una de las dimensiones de la difusión del comportamiento migratorio a contextos sociales y geográficos ignotos: su extensión hacia el ámbito de las grandes ciudades mexicanas. La aparición de las principales ciudades y zonas metropolitanas de México en el mapa migratorio va acontracorriente de la experiencia de estas zonas urbanas hasta los años 80. Antes de dicha década, la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey bien pueden concebirse como diques de la migración internacional; es decir, estos lugares absorben y retienen a la mano de obra que se incorpora y forma parte de sus mercados laborales (Roberts y Escobar Latapí 1997). Luego de 20 años de expulsar dichamano de obra—interna e internacionalmente—comienzan a observarse circuitos migratorios ínter metropolitanos que unen a la Ciudad de México con Nueva York, a Guadalajara con Los Angeles y Chicago y a Monterrey con Houston y Atlanta.
En este ensayo analizamos el caso de un barrio obrero del área metropolitana de Monterrey y nos proponemos responder a las siguientes preguntas: ¿por qué emigran a...
Regístrate para leer el documento completo.