atalaya
Procure escoger el momento, el lugar y las palabras adecuadas para exponer sus preocupaciones (Proverbios 25:11). Hable con calma y respeto. Tenga presente su objetivo: no se trata de acusar sino más bien de informar a su cónyuge de cuáles son sus expectativas y sentimientos (Proverbios 15:1).
¿Por qué es preciso hablar de ello? ¿No se esperaría que un cónyuge atento se dieracuenta de sus necesidades? Bueno, quizás su cónyuge vea la situación desde otra óptica, pero con mucho gusto procurará atender sus necesidades si le explica cuáles son. El hecho de que usted exponga sus deseos o necesidades no es síntoma de que su matrimonio sea débil ni de que su cónyuge sea insensible.
Así que no vacile en expresarle sus preocupaciones a su cónyuge. Por ejemplo, en el casomencionado anteriormente, María podría decir a David: “Debo confesar que conocer a tantas personas nuevas me está resultando un poco difícil. Hasta que me sienta más cómoda, ¿me ayudarías a familiarizarme con todas ellas?”.
Cuando usamos la lengua de forma sabia, nuestras palabras se vuelven dignas, agradables y edificantes, perfectas para la ocasión, como “manzanas de oro en entalladuras de plata”(Proverbios 25:11).
No hay dos seres humanos iguales, salvo en el hecho de que todos somos imperfectos (Romanos 3:23). Por lo tanto, es lógico que ocasionalmente haya desacuerdos entre los esposos por muy compatibles que sean. A veces, quizás hasta digan cosas de las que luego se arrepientan. “Si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos”, afirma la Biblia (Santiago 3:2, NTV). Las parejasfelices no son las que persiguen el ideal de evitar a toda costa los desacuerdos, sino las que aprenden a tratarlos y solucionarlos cuando se presentan.
Las parejas deben tener expectativas realistas. Quizá usted note algunas manías de su cónyuge y piense: “Voy a hacer que cambie”. Y con amor y paciencia tal vez logre que él o ella mejore poco a poco. Sin embargo, recuerde lo que dijo Jesús dequienes siempre están criticando las faltas menores de los demás: que ven la “paja” en el ojo de sus hermanos, pero no la “viga” que llevan en el suyo. Hizo esta exhortación: “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados” (léase Mateo 7:1-5). Por supuesto, esto no significa que se deban pasar por alto los defectos graves. Robert, que lleva casado casi cuarenta años, comenta: “Los cónyuges deben hablarcon franqueza y estar dispuestos a aceptar las observaciones del otro, aunque ello implique hacer cambios”. Está claro, pues, que el equilibrio es esencial. En vez de estar pensando en las cualidades que le gustaría que tuviera su cónyuge, aprenda a valorar y disfrutar las que ya tiene (Ecl. 9:9).
En vez de buscar fuera del matrimonio la forma de satisfacer sus deseos —ya sean de cariño,amistad o apoyo en tiempos difíciles—, uno debe esforzarse por fortalecer los lazos de amor con su cónyuge. Por lo tanto, haga todo lo posible por pasar tiempo con su pareja y así estrechar la relación. Reflexione en por qué se enamoró de esa persona. Trate de revivir el cariño que una vez sintió por quien ahora es su cónyuge. Piense en los buenos momentos que pasaron juntos. Ore a Dios al respecto.Haga como el rey David, quien en uno de sus salmos imploró a Jehová: “Crea en mí hasta un corazón puro, oh Dios, y pon en mí un espíritu nuevo, uno que sea constante” (Salmo 51:10). Determínese a seguir esta exhortación bíblica: “Ve la vida con la esposa [o el esposo] que amas, todos los días de tu vida [...] que [Dios] te ha dado bajo el sol” (Eclesiastés 9:9).
Un matrimonio concertado no tiene...
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