aventuras de un cadaver
Las aventuras de un cadáver
Robert L. Stevenson
Digitalizado por
http://www.librodot.com
LA FAMILIA FINSBURY
Mientras el lector, cómodamente sentado junto al agradable fuego de su chimenea, pasa el tiempo revisando las páginas de un libro, ¡qué lejos está de hacerse una idea de los esfuerzos y pesares que ha soportado el autor para crearlo! Ni siquiera llega a imaginarlas eternas horas de lucha para el triunfo de las frases difíciles, las pacientes investigaciones en las bibliotecas, su correspondencia con eruditos y oscuros profesores alemanes, resumiendo, todo la inmensa estructura que el autor ha alzado y derribado, después, sólo para conseguir algunos momentos de solaz junto al fuego de la chimenea o para procurarle que las horas pasadas en el tren seanmás llevaderas.
Así pues podría iniciar yo la historia trazando una biografía completa del italiano Tonti, indicando su lugar de nacimiento, origen y carácter de sus progenitores, índole posiblemente heredada de la madre, y añadiendo además en comprobación notables ejemplos de precocidad. A esto podría sumar para mayor suplicio del lector, un tratado en regla acerca del sistema económico a que dionombre el citado italiano. Precisamente tengo dos cajones de mi papelera llenos de materiales imprescindibles para tal tarea, pero no quiero hacer gala de erudición barata. Tonti falleció hace ya mucho tiempo, y hasta debo decir sinceramente que nunca he conseguido encontrar a nadie que llore su muerte. En cuanto al sistema de las tontinas, he aquí en breves palabras lo que consideroindispensable para el entendimiento del sencillo y verídico relato que vendrá después.
Un grupo de alegres muchachos reúnen en común cierta suma que ingresan rápidamente en un banco a interés compuesto. Cada uno de los depositarios vive como puede, y como es natural pasado el tiempo, van muriendo unos detrás de otros. Cuando han fallecido todos menos uno, este feliz mortal cobra la suma depositada, más losintereses compuestos. Lo más habitual es, según toda verosimilitud, que el dichoso superviviente en cuestión se halle tan sordo que no pueda ya oír el ruido que produce el feliz acontecimiento, y hasta es casi seguro que apenas le quedará tiempo para disfrutar en parte de su fortuna. Ahora entenderá el lector lo que este sistema tiene de poético, por no decir de cómico; pero a la vez hay en élalgo de azaroso que le da cierta apariencia de deporte y que en otro tiempo le dio mucho boga.
En el tiempo en que Joseph Finsbury y su hermano Mastermann iban todavía con pantalón corto, su padre, acomodado comerciante de Cheapside, los inscribió en una tontina de treinta y siete participantes. Cada parte representaba mil libras esterlinas. Joseph Finsbury recuerda todavía la visita quehicieron al notario todos los pequeños miembros de la tontina, casi todos de la misma edad que él, reunidos en el despacho del representante de la fe pública y que se iban sentando por turno en un gran sillón para estampar su firma, ayudados por un venerable anciano con gafas y con botas a lo Wellington. Recuerda también que tras la reunión estuvo jugando con los otros chicos en un pequeño jardín quehabía detrás de la casa del notario, donde, para más datos, riñó fuerte pelea con uno de sus compañeros de tontina, que se había permitido tirarle de la nariz. El jaleo de la pelea interrumpió al notario, que estaba obsequiando a los padres con pasteles y vino. Gracias a esto al momento fueron separados los combatientes, y Joseph (que era el más pequeño de los adversarios), tuvo la satisfacción deoír al anciano de las botas a lo Wellington alabar su valentía y de enterarse a su vez de boca del mismo que había actuado, a su edad, de un modo parecido. Esto hizo pensar a Joseph si ese señor tendría ya por aquel entonces la cabeza calva, los anteojos y las botas a lo Wellington. En 1840 vivían todavía los treinta y siete subscriptores; en 1850 faltaban ya seis; en 1956 y 1857 la corriente...
Regístrate para leer el documento completo.