Aves pamperas
AVES PAMPERAS
Prólogo
Introducción
Primera Parte (contactos iniciales)
Segunda Parte
Tercera Parte (Cartas)
Cuarta parte
1. Comunicaciones
2 Más observaciones sobre las golondrinas de Buenos Ayres
3 Acerca de los hábitos de la lechucita vizcachera
Lista deBibliografía de los trabajos incluídos
Lista de las aves mencionadas en la obra
Colofón
Prólogo
Cuando entré en la sede de la AOP, Alicia Cabo, como le es habitual estaba atendiendo. Mientras esperaba que me entregase la correspondencia, le pregunté a Diego Gallegos sobre el estado de alguno de los tantos proyectos de la entidad. De soslayoobservé al personaje parado a nuestro lado; un anciano alto, algo cargado de hombros, de nariz aguileña y barbita blanca, que al parecer quería actualizar su deuda con la entidad. Alicia pidió nuestro auxilio: "No sé, no encuentro su ficha y el señor insiste en que busque, dice que es socio correspondiente desde 1916 a ver sí ustedes..."
El caballero en cuestión nos habló, y su mirada profunda mepareció conocida de algún lado. "Tal vez recuerden mi nombre", dijo en un castellano entendible, pero con fuerte acento inglés. "Me llamo Willam Henry Hudson y he escrito muchas cosas sobre aves. Quizá hayan visto algo...". Con Diego nos miramos sin creer lo que oíamos. Ya le iba a responder que no sólo lo había leído sino que era su admirador ferviente, y que lo consideraba un precursor de laornitología argentina y de mi propia labor. Pero el hombre siguió hablando. "Hace muchísimo tiempo he dejado estas tierras en las que nací y me crié. En 1874, cuando tenía 33 años, viajé a Londres y organicé mi vida allí. Pero nunca olvidé las pampas, ni estos pájaros, ni sus cantos, que aún hoy regresan a mi memoria para alegrar las noches de un viejo solitario."
Su voz, todavía segura, poseía unsingular magnetismo. Alberto Martelli y Susana Olmedo se habían incorporado al grupo, que escuchaba entre confuso y admirado.
"Mi amigo Cunninghame Graham me sugirió este postergado retomo a las tierras que conocieron mis primeras cabalgatas de observador de la naturaleza. Quizás debí regresar antes, pero, en fin... aquí estoy para reencontrarme con las aves, con mi casa natal..." "¡LosVeinticinco Ombúes!", intervino Martelli. Sorprendido, Hudson abrió sus aún grandes ojos oscuros y prosiguió: "...visitar a mi sobrina Violeta, y regresar a Europa para completar el ciclo, que no hubiese cerrado bien sin este viaje a la tierra salvaje de mi infancia."
A esta altura Diego le sugirió que pasase a la biblioteca para dialogar con más comodidad. Allí estaban, tratando de interpretarun párrafo de "Birds of La Plata", Mariano Moldes, Alejandro Di Giacomo y Santiago Krapovickas. Al anciano se le iluminó el rostro al comprobar que los jóvenes aún utilizaban sus escritos y que no había sido olvidado en absoluto. Quizás fue este hecho el que lo alentó a hablar más de sí mismo. Contó anécdotas, historias, describió sus libros, su éxito como prosista inglés; se refirió a sus amigosfamosos y a sus recuerdos de Ensenada o de Quilmes. "¿Y por qué no siguió trabajando con las aves rioplatenses?, le preguntó Krapovickas. ¿Acaso Argentine Omithology no fue una obra fundamental?”. "Son temas que prefiero no recordar. El finado Sclater..."
Iba a agregar algo, pero pareció arrepentirse, por lo que aproveché su momentáneo silencio: "Dígame, amigo Hudson, ¿qué opina de susprimeros trabajos, aquellas cartas y notas publicadas en los Proceedings de la Sociedad Zoológica de Londres? Veo en ellas observaciones y hallazgos de enorme mérito."
"Sí, es cierto, -apoyó el autor-. Creo que, ornitológicamente hablando, eso fue lo más auténtico que he hecho. Cuando era aún libre, cuando podía volar con las aves y adueñarme de sus secretos, cuando no estaba todavía contaminado...
Regístrate para leer el documento completo.