Borges Jorge El Incivil Maestro De Ceremonias
El incivil maestro de ceremonias
Kotsuké no Suké--------------©JORGE LUIS BORGES, OBAS COMPLETAS, Tomo I, (Historia universal de la infamia), María
Kodama y Emecé Editores, Buenos Aires, 1974
El infame de este capítulo es el incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké, aciago funcionario
que motivó la degradación y la muerte del señor de la Torre de Ako y nose quiso eliminar como un
caballero cuando la apropiada venganza lo conminó. Es hombre que merece la gratitud de todos
los hombres, porque despertó preciosas lealtades y fue la negra y necesaria ocasión de una
empresa inmortal. Un centenar de novelas, de monografías, de tesis doctorales y de óperas,
conmemoran el hecho—para no hablar de las efusiones en porcelana, en lapislázuli veteado y en
laca.Hasta el versátil celuloide lo sirve, ya que la Historia Doctrinal de los Cuarenta y Siete
Capitanes—tal es su nombre—es la más repetida inspiración del cinematógrafo japonés. La
minuciosa gloria que esas ardientes atenciones afirman es algo más que justificable: es
inmediatamente justa para cualquiera.
Sigo la relación de A. B. Mitford, que omite las continuas distracciones que obra el colorlocal y
prefiere atender al movimiento del glorioso episodio. Esa buena falta de "orientalismo" deja
sospechar que se trata de una versión directa del japonés.
LA CINTA DESATADA
En la desvanecida primavera de 1702 el ilustre señor de la Torre de Ako tuvo que recibir y agasajar
a un enviado imperial. Dos mil trescientos años de cortesía (algunos mitológicos), habían
complicado angustiosamente elceremonial de la recepción. El enviado representaba al emperador,
pero a manera de alusión o de símbolo: matiz que no era menos improcedente recargar que
atenuar. Para impedir errores harto fácilmente fatales, un funcionario de la corte de Yedo lo
precedía en calidad de maestro de ceremonias. Lejos de la comodidad cortesana y condenado a
una villégiature montaraz, que debió parecerle un destierro, KiraKotsuké no Suké impartía, sin
gracia, las instrucciones.
A veces dilataba hasta la insolencia el tono magistral. Su discípulo, el señor de la Torre, procuraba
disimular esas burlas. No sabía replicar y la disciplina le vedaba toda violencia. Una mañana, sin
embargo, la cinta del zapato del maestro se desató y éste le pidió que la atara. El caballero lo hizo
con humildad, pero con indignacióninterior. El incivil maestro de ceremonias dijo que, en verdad,
era incorregible, y que sólo un patán era capaz de frangollar un nudo tan torpe. El señor de la Torre
sacó la espada y le tiró un hachazo. El otro huyó, apenas rubricada la frente por un hilo tenue de
sangre... Días después dictaminaba el tribunal militar contra el heridor y lo condenaba al suicidio.
En el patio central de la Torre de Akoelevaron una tarima de fieltro rojo y en ella se mostró el
condenado y le entregaron un puñal de oro y piedras y confesó públicamente su culpa y se fue
desnudando hasta la cintura, y se abrió el vientre, con las dos
heridas rituales, y murió como un samurai, y los espectadores más alejados no vieron sangre
porque el fieltro era rojo. Un hombre encanecido y cuidadoso lo decapitó con la espada: elconsejero Kuranosuké, su padrino.
EL SIMULADOR DE LA INFAMIA
La Torre de Takumi no Kami fue confiscada; sus capitanes desbandados, su familia arruinada y
oscurecida, su nombre vinculado a la execración. Un rumor quiere que la idéntica noche que se
mató, cuarenta y siete de sus capitanes deliberaran en la cumbre de un monte y planearan, con
toda precisión, lo que se produjo un año más tarde. Locierto es que debieron proceder entre
justificadas demoras y que alguno de sus concilios tuvo lugar, no en la cumbre difícil de una
montaña, sino en una capilla en un bosque, mediocre pabellón de madera blanca, sin otro adorno
que la caja rectangular que contiene un espejo. Apetecían la venganza, y la
venganza debió parecerles inalcanzable.
Kira Kotsuké no Suké, el odiado maestro de ceremonias,...
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