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Posted on 2006/09/22
[Un texto de Michael F. Hull, traducido por la Congregación para el Clero]
La palabra “democracia” es difícil de definir y sus fundamentosson difíciles de articular, ya que tal palabra es utilizada de modos muy diferentes, especialmente de parte de grupos de intereses como los partidos políticos, los medios de comunicación de masa, losaparatos gubernativos. Desde el punto de vista filológico, democracia significa “gobierno del pueblo” (de la lengua griega). Éste es el fundamento de cada pensamiento democrático, o bien que los queson gobernados tendrían que participar de algún modo al propio gobierno; pero la extensión de tal poder, sea total o parcial, y los medios con los que es ejercitado, por los ciudadanos mismos o por susrepresentantes, difícilmente pueden responder o ser acomunados bajo un criterio unívoco. En efecto, el espectro semántico atribuido a la palabra democracia, a menudo capciosamente, es tan amplio quehace a esta palabra casi priva de significado. Su raíz etimológica, sin embargo, expresa bien su principio fundante: el gobierno del pueblo.
La justa aspiración de las personas de tener voz encapítulo en el propio gobierno refleja el conocimiento y el respeto de la dignidad fundamental de la persona humana vista como una criatura de Dios. Aunque tal comprensión pueda resultar un pocorudimentaria, típica de la visión griega antigua o del Iluminismo, es posible que la razón humana sin una ayuda externa logre llegar al conocimiento de Dios, del orden creado, de la ley natural (cf. Dei Filiusdel Vaticano I). Semejante conocimiento debería conducir a un profundo respeto por las personas humanas y su dignidad. Hace más de cuarenta años, la Gaudium et spes hablaba de “una conciencia más vivade la dignidad humana” como catalizador para “establecer un orden político-jurídico en el que se hallen mejor protegidos, en la vida publica, los derechos de la persona” (n. 73). Tal catalizador ha...
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