carlos IV
Autor: Felipe Pigna.
Los hechos de Mayo de 1810 son absolutamente inexplicables sin una comprensión necesaria de la situación europea, porque son el resultado de una compleja serie de causas entre las que la situación externa se torna determinante.
En Europa, las dos potencias hegemónicas de la época, Francia e Inglaterra, estabanen guerra. La Revolución Industrial iniciada en Inglaterra había desatado el conflicto por el control del mercado europeo.
La Revolución Industrial, que se inició en el último cuarto del siglo XVIII, dio un nuevo impulso al capitalismo inglés, y demandó la búsqueda de nuevos mercados para las altamente competitivas manufacturas británicas, que ya habían saturado el mercado local.
A partir deentonces el Estado inglés, como toda potencia hegemónica de la historia, desarrollará un doble discurso que se traducirá en una doble política comercial: en el plano interno, un férreo proteccionismo para asegurar su desarrollo industrial y, en el plano externo, la promoción e imposición del libre cambio para la libre concurrencia de sus mercaderías y la compra a precios viles de las materias primasen los países periféricos. “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago.”
Es allí donde deben buscarse las causas y no en las ambiciones personales ni en la supuesta locura de Napoleón.
Bonaparte era el mejor representante que había sabido conseguir la burguesía francesa y sus conquistas abrían nuevas oportunidades de negocios para la clase que resultó la gran vencedora de la Revolución Francesa,clase que se las ingenió, a sangre y fuego, para que un proceso revolucionario derivara en un imperio.
En el Viejo Mundo, el obstáculo fundamental para la expansión napoleónica era Inglaterra, su principal enemiga. Napoleón comenzó a soñar con dominar las dos riberas del Canal de la Mancha y, como la distancia entre los sueños y la realidad era para Napoleón tan corta como su estatura, elencuentro entre la flota aliada de España y Francia, por un lado, y los ingleses, por otro, se produjo finalmente el 21 de octubre de 1805 en Trafalgar, cerca de Cádiz, donde la pericia del almirante Horatio Nelson determinó el triunfo total de los británicos. La flota franco-española, al mando del vicealmirante francés Pierre Charles de Villeneuve, quedó prácticamente destruida y perdió 2.400 hombres.Los ingleses no se la llevaron de arriba: tuvieron sus 1.587 muertos, entre ellos el propio Nelson, pero se aseguraron el control de las rutas comerciales más rentables del mundo.
Los ingleses llamarían desde entonces Trafalgar Square a una de las plazas y centros comerciales más importantes de Londres e impondrían para siempre el luto en forma de corbata negra a todos los integrantes de la RoyalNavy, en recuerdo del almirante Nelson.
La victoria tranquilizó a los ingleses. Napoleón ya no podría invadir Londres y el dominio de los mares permitía pensar en la búsqueda de nuevos mercados que aliviaran a las fábricas de Liverpool, Manchester y Londres, abarrotadas y al borde de la quiebra, y al Banco de Inglaterra, que había debido decretar por primera vez en su historia el curso forzosode la libra, es decir, su circulación exenta de respaldo oro.
No habían pasado dos meses del desastre de Trafalgar cuando Napoleón se tomó revancha derrotando al ejército austro-prusiano en Austerlitz, al norte de Viena. Como para ir festejando, ordenó construir el famoso Arco de Triunfo en el centro de París.1 Tras estas dos batallas decisivas, el poder europeo quedó repartido: los mares paraInglaterra y el continente para Francia. Cuentan que el primer ministro inglés, sir William Pitt, al conocer el triunfo del emperador francés, enrolló un mapa de Europa exclamando: “Durante los próximos diez años no lo necesitaremos”.
La preeminencia del factor económico se hace evidente con el “bloqueo continental” declarado por Napoleón, dueño de media Europa después del triunfo de Austerlitz,...
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