Corrupcion
JUEZ Y PARTE
Hablaba en mi último artículo del “poder dividido”. Con ello hacía referencia a la cada vez más clara intromisión del poder ejecutivo en las decisiones judiciales, hasta tal punto de recordar al filósofo británico Locke. Para él no existía separación entre poderes judicial y ejecutivo: estábamos ante un solo poder con dos facetasdiferentes en su ejercicio.
Durante el siglo XX el ejercicio democrático del poder se ha reinventado en un nuevo “formato”. Es tan nuevo y diferente a la idea clásica de democracia que podemos poner en duda si estamos verdaderamente ante un sistema real de participación activa y pasiva en el poder político por parte de los ciudadanos. Me refiero a la capacidad cierta, no solo de elegir a los quenos gobiernan, sino también a la de participar en el mismo gobierno. El nuevo “formato” o envoltorio democrático es la partitocracia, o lo que es lo mismo, el poder en manos de los partidos políticos. Para esta forma de poder, nada hay de democrático fuera de los partidos políticos: no existe representación popular sin partidos, no hay posibilidades de gobierno si no es mediante la participación enpartidos políticos. Nada fuera del partido; el partido es la forma “natural” de participación democrática de los ciudadanos en el poder. Pero… ¿Quién controla a los partidos? ¿Quién elige a sus candidatos? ¿Quién los financia? Estas preguntas no creo que tengan una respuesta lo suficientemente clara más allá de lo que puedan disponer las normas legales que lo regulan en un ejercicio más devoluntarismo político alejado de la realidad.
El partido político que llega al poder – y también al que no le corresponde en ese momento- controla a sus afiliados, se encuentren estos donde se encuentren, ocupen el cargo que ocupen, sean diputados, alcaldes, ministros o presidentes. La cuestión es que la voluntad del partido político se impone o superpone a las divisiones tradicionales de poderes.Nadie duda de que el poder legislativo y el ejecutivo responden de forma conjunta a la estrategia de poder del partido político. Las antiguas divisiones - poder legislativo y ejecutivo- sirven principalmente como legitimación de continuidad; también lo son para articular formas de gobierno comprensibles a la luz de nuestra tradición democrática decimonónica pero en ningún caso porque sean útiles paralos fines para las que fueron creadas. Una ley podría ser aprobada por un partido político con mayoría absoluta en su propia sede, negociando allí mismo tanto con los lobbys de presión como con la oposición, si le interesara hacerlo, aquellos temas que considere conveniente. El trámite “democrático” de acudir al Parlamento es tan innecesario como legitimador.
Pero no solo el poder legislativoes poder normativo es también poder de control sobre el ejecutivo. Mociones de censura o cuestiones de confianza, reprobaciones o preguntas parlamentarias han dejado de tener sentido real más allá de los números de diputados que ocupan cada partido, solo alterado por las emociones que aportan los tránsfugas corruptos, que son precisamente la horma del zapato del sistema partitocrático.
Dichoesto, ¿tienen los partidos políticos interés en controlar decisiones concretas del poder judicial? Sin duda. Decisiones sobre normas administrativas, legales o constitucionales pueden tener una gran transcendencia en la agenda política: Juzgados de lo Contencioso, Tribunales Superiores o Constitucionales adoptan decisiones de gran calado político que sin duda alguna pueden afectar a la permanencia enel poder de los partidos políticos responsables de las mismas. Si esto es tan claro que nadie lo puede dudar, como mínimo la misma importancia tiene para un partido político las decisiones judiciales del ámbito penal sobre delitos relacionados con la corrupción política. Se pone en duda con estos delitos el compromiso público y democrático de aquellas personas “elegidas” por los ciudadanos para...
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