Crisis
El origen del problema nace del impulso financiero estadounidense ya convertido en el sector no sólo más dinámico, sino claramente dominante de esa economía (el peso de la banca y de los negocios inmobiliarios rebasa en más del 50% la contribución de las manufacturas al producto).
En los hechos, el poder de las tecnoburocraciasempresariales -criticadas por Galbraith- emigra hacia las instituciones financieras. Poco a poco estos intermediarios en representación de los accionistas cooptan a las tecnoburocracias -con remuneraciones estratosféricas- hasta hacer prevalecer su visión, esto es, la maximización de corto plazo de los valores accionarios de las empresas (el llamado shareholder value).
Con ese criterio, los bancos deinversión comenzarán a usar su enorme liquidez en empaquetar hipotecas buenas y subprime en derivados complejos, como las obligaciones colateralizadas de deuda (colaterized debt obligations o CDO) o en créditos estructurados.
Aquí la innovación financiera de los derivados en dispersar los riesgos, permite a los bancos no ser muy escrupulosos en la calidad de las hipotecas ni en la capacidadde servirles por los prestatarios. La razón es simple, esos papeles se colocarían entre una multitud de ahorradores que cargarían con la mayor parte del riesgo, obligando o multiplicando el de la banca. Sin embargo, el criterio de la maximización de ganancias, llevó a la propia banca a quedarse con una parte importante de las emisiones del papel, aprovechando su enorme capacidad de apalancamiento(hasta tres veces su capital) y las diferenciales en tasas de interés de las hipotecas de baja calificación. Aun así, la banca buscó una segunda salvaguarda con otros derivados los credit deficit, una especie de seguro emitido por empresas como la AIG.
Cuando los precios de los bienes inmuebles comenzaron a caer, los derivados hipotecarios y sus seguros se derrumbaron. El financiamientodesapareció, los bancos se vieron forzados a vender activos a precios cada vez más castigados, a reconocer pérdidas sustantivas de capital y muchos a situarse al borde de la quiebra, así como acrecentar el riesgo de no hacer honor a los retiros de los depositantes.
Surge de aquí una restricción generalizada de crédito que contamina y contagia la crisis financiera y la economía real, hasta amenazaruna depresión multinacional.
La debacle del sistema financiero mundial iniciada en Estados Unidos marca el comienzo de una era económica distinta. Diferente en el mundo de la práctica y de las ideas al erosionar la fe en la sapiencia autorreguladora de los mercados. Y diferente también al obligarnos a recuperar la memoria histórica: el sistema de mercado produce ciclos de auge y depresión que hade suavizar, humanizar, la intervención del Estado.
La ideología neoliberal y las concepciones que le sirvieron de apoyo en el entierro del keynesianismo, parecen adentrarse, a su vez, en un periodo de revisión o al menos de hibernación prolongada.
Cuando se acepta la necesidad de la intervención estatal en el rescate financiero, tendrán que aceptarse, como inevitables, sistemasregulatorios más estrictos y cambios en el régimen organizativo de las instituciones financieras. Sin embargo, todavía cuesta aceptar que Estado y mercado no son instituciones antagónicas, sino estrictamente complementarias.
Como se ve, sin la acción del Estado, el mercado desfallece.
La premura intervencionista obedece, como se dijo, a que la ruptura de la burbuja inmobiliaria causódesvalorización de los activos de la banca, reducción de sus capitales y, como consecuencia, caída brutal del mercado accionario y de la oferta de crédito a la producción, con efectos gravemente depresivos.
Por lo demás, el altísimo grado de integración de los mercados financieros internacionales y la rapidísima dispersión de las carteras con activos tóxicos, hace imprescindible contener cuanto antes la...
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