Daño ambiental
(XII Congreso Nacional de Geografía, Valencia, 1991)
José Antonio Segrelles Serrano Departamento de Geografía Humana Universidad de Alicante
INTRODUCCIÓN Las crecientes exigencias en la productividad provoca la aplicación de tecnología dura en la producción agraria. Los nuevos sistemas de riego, el empleo de potentes máquinas delabranza, el uso de fertilizantes, enmiendas y plaguicidas, el desarrollo de la biogenética o los cultivos forzados y protegidos contribuyen al desencadenamiento de la llamada revolución verde mediante la intensificación de los métodos productivos. La producción ganadera no escapa a este proceso, ya que los nuevos sistemas no le son ajenos: selección genética con individuos de altos rendimientos,incremento de la estabulación para las especies más idóneas, concentración masiva de animales en pequeños espacios, independencia casi absoluta del suelo agrícola y empleo de energía fósil, no renovable, que no procede de la propia explotación agraria. Estos procedimientos, tan en boga en la actualidad, han ayudado, qué duda cabe, a multiplicar la producción y los rendimientos, pero también hanllevado consigo un notable riesgo ecológico y de degradación de los recursos que tradicionalmente no se ha contemplado en las investigaciones geográficas. La intensificación de los métodos ganaderos tiene enorme influencia en los paisajes, tanto por la simple localización de la actividad pecuaria, como por sus indudables repercusiones en el propio aprovechamiento ganadero, en los habitantes y en elambiente.
I. LOCALIZACIÓN TERRITORIAL DE LA GANADERÍA INTENSIVA De manera tradicional, la ganadería española se localizaba según la distribución de los recursos naturales, perfectamente integrada en un medio agrario que le proporcionaba alimento y a su vez recibía abono orgánico. Con la penetración del capitalismo en el sector agropecuario y la industrialización de los sistemas ganaderos se alterala antigua simbiosis y deja de tener 1
sentido la dependencia ambiental. Las áreas ganaderas experimentan un categórico traslado hacia el este peninsular, donde la fuerza atrayente la ejercen ahora los mercados potenciales y las infraestructuras (fábricas de piensos compuestos, líneas férreas, red de carreteras, puertos de arribada de las materias primas importadas, laboratorios, industriascárnicas, sedes de poderosas empresas integradoras). La producción pecuaria se beneficia así de las economías externas y de localización porque se trata de una actividad capitalizada, intensiva, especulativa, que busca maximizar los beneficios y que sólo necesita el suelo imprescindible para construir las naves, como cualquier actividad industrial. Durante las últimas décadas estas áreas orientaleshan experimentado una incontrolada «colonización» de granjas de aves y cerdos que albergan cientos, y a veces miles, de individuos. La ganadería intensiva, por propia definición, se ve impelida a concentrar grandes cantidades de animales en espacios reducidos, hecho que agrava la situación cuando existe una localización masiva en municipios o espacios concretos, lo cual se debe a la tradición o ala introducción reciente y mimética de la ganadería moderna en áreas de escasa raigambre pecuaria como complemento de rentas agrarias insuficientes. Pero siempre al amparo de una actividad que creció de forma desmesurada, incluso ejercida por gentes ajenas al sector primario debido a la rentabilidad derivada de la ingente demanda. Esto se percibe, por ejemplo, en Lleida, Campillos (Málaga),Vilches (Jaén), Aranda de Duero (Burgos), la Vall d’Alba (Castellón) o Lorca (Murcia) —término municipal, este último, valorado en la CEE como modelo negativo de densidad porcina—, es decir, zonas donde la expansión fue tan importante que aún hoy se detectan construcciones ilegales. Muchas naves, talleres, garajes y almacenes, destinados en principio a albergar maquinaria agrícola, útiles o aperos,...
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