Darwin
27 Julio, 2009 por Miguel Barral
En las últimas fechas pocas noticias “científicas” me han cautivado tanto como el increíble caso de las ovejasmenguantes de la isla de Hirta.
Caso del que, supongo, la mayoría estará al tanto, dada la amplia repercusión, por lo que tiene de sorprendente, que ha recibido en los medios
de comunicación.No obstante, resumo brevemente para los más despistados: durante los últimos veinte años, la talla media de las ovejas de la isla escocesa de Hirta,
en el archipielago de St. Kilda, se ha idohaciendo cada vez más pequeña, contraviniendo uno de los principios mejor establecidos de la selección
natural, que tiende a primar la supervivencia de los más fuertes, esto es, los de mayor tamaño. Yello sin que hubiese una explicación… Hasta ahora,
cuando, por fin, investigadores del Imperial College London parecen haber dado con una respuesta que encaja con la teoría de la evolución, tal y comorecogen en un artículo publicado en Science: una combinación de condiciones climáticas benignas y el denominado Efecto madre joven (en inglés “young mum
effect”), según el cual las madres jóvenes,tienden a engendrar, en sus primeros partos, crías de un tamaño menor al que ellas mismas exhibieron al nacer.
En condiciones normales pocas de estas crías sobreviven, pero los inviernos más suavesy cortos vividos durante las dos últimas décadas en todo el
Atlántico norte han favorecido su tasa de supervivencia y con ello que las ovejas “hirtandesas” sean cada vez más pequeñas.
Sí, lo sé,suena increíble, ¿verdad? Pues lo “mejor” viene ahora.
Y es que, dado que estamos en el año Darwin, no me resisto a fantasear -más aún teniendo en cuenta que precisamente dos décadas, año arriba,año
abajo, fueron las que transcurrieron entre su revelador periplo en el Beagle y la publicación de su teoría de la evolución de las especies por selección
natural- acerca de si estaríamos...
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