divina comedia
Segundo círculo: los lujuriosos. Minos, juez infernal. Los pecadores carnales. Francesca da Rimini y Paolo Malatesta. La compasión y el desmayo de Dante. Cronología: noche del 8 de abril. Contrapaso: así como en vida fueron arrebatados por el impulso de las más revueltas pasiones de los sentidos, los lujuriosos giran ahora —eternamente— en la"borrasca infernal que nunca cesa".
Descendí así del círculo primero
al segundo, que abarca menor sitio,
y tanto más dolor que arranca gritos.
Allí Minos horriblemente ulula:
examina las culpas en la entrada;
juzga y manda según como se enrosca.
Digo que cuando el alma mal nacida
se le pone delante, se confiesa;
y ese conocedor de los pecados
ve el sitio del Infierno que le toca;cíñese con la cola tantas veces
cuanto el grado en que quiere se sitúe.
Siempre delante de él hay muchas almas:
por turno cada una va al juicio;
dicen y oyen y, después, se hunden.
"¡Oh tú que vienes al doliente hospicio",
me dijo Minos cuando me hubo visto,
suspendiendo la acción de tal empeño,
"mira cómo entras y de quién te fías:
no te engañe la anchura de la entrada!"
Y mi guía ledijo: "¿Por qué gritas?
No hay que impedirle su fatal andanza:
tal lo quieren allá donde se puede
lo que se quiere, y más no nos preguntes."
Ya comenzaban las dolientes notas
a ser oídas; me acerqué muy luego
donde repercutía mucho llanto.
Llegué a un lugar de toda lumbre mudo,
que muge como el mar en la tormenta,
si los vientos contrarios lo combaten.
La borrasca infernal, quenunca cesa,
a las almas arrastra en sus embates:
volteando y golpeando las molesta.
Cuando llegan delante a ese derrumbe,
allí el grito, el quejido y el lamento;
allí blasfeman la virtud divina.
Comprendí que tormento semejante
se les da a los carnales pecadores,
que la razón someten al deseo.
Y como los estorninos van de vuelo
en el tiempo invernal, en gran bandada,
así esa rachaa todos los malignos
aquí, allí, abajo, arriba empuja;
ya ninguna esperanza los conforta,
no de reposo, mas de menor pena.
Y cual las grullas cantan su lamento,
trazando sobre el aire larga línea,
así vi yo venir, dando sus quejas,
las sombras que traía esa tormenta;
dije por ello: "¿Quiénes, pues, son éstos
que el negro vendaval tanto castiga?"
"La primera de quien ahora deseastener noticias", dijo él entonces,
"fue emperatriz por sobre muchos pueblos.
En vicios de lujuria fue tan hábil,
que a la licencia licitó en sus leyes,
para quitar la culpa en que se hallaba.
Ella es Semíramis, de la cual se lee
que sucedió a Niño y fue su esposa:
rigió la tierra que el Sultán gobierna.
La otra suicidóse enamorada:
y rompió fe a los huesos de Siqueo|
después estáCleopatra lujuriosa.
Mira a Helena, por quien tanta desdicha
corrió en el tiempo, y mira al grande Aquiles,
que por Amor al fin volvió a la lucha.
Y a París y a Tristán"; y a más de mil
sombras mostróme, y me indicó su dedo,
a las que Amor quitó de nuestra vida.
Después de oir así a mi maestro
nombrar damas de antaño y caballeros,
me condolí y sentí casi perplejo.
Comencé, pues:"Poeta de buen grado
yo hablaría a esos dos que van tan juntos,
y en el viento parecen tan livianos."
Y él: "Ya los verás cuando se encuentren
junto a nosotros: ruégales entonces
por ese amor que sienten, y vendrán."
Tan pronto como el viento nos los trae,
solté la voz: "¡Oh almas afanosas,
venid a hablarnos si alguien no lo impide!"
Como palomas que el deseo llama,
tendida el ala,y firme, al dulce nido
van por el aire del querer llevadas,
así del grupo donde se halla Dido,
por el aire maligno se acercaron:
tan fuerte fue el afectuoso grito.
"¡Oh ser gracioso y benevolente,
que así visitas entre el aire cárdeno
a los que en sangre hemos manchado el mundo,
si el rey del universo nos amase,
porque te diese paz le rogaríamos,
pues compadeces nuestro mal...
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