Dragon De Oro
CAPÍTULO UNO EL VALLE DE LOS YETIS
CAPÍTULO DOS - TRES HUEVOS FABULOSOS
CAPÍTULO TRES - EL COLECCIONISTA
CAPÍTULO CUATRO - EL ÁGUILA Y EL JAGUAR
CAPÍTULO CINCO - LAS COBRAS
CAPÍTULO SEIS - LA SECTA DEL ESCORPIÓN
CAPÍTULO SIETE - EN EL REINO PROHIBIDO
CAPÍTULO OCHO - SECUESTRADAS
CAPÍTULO NUEVE - BOROBÁ
CAPÍTULO DIEZ - EL ÁGUILA BLANCACAPÍTULO ONCE - EL JAGUAR TOTÉMICO
CAPÍTULO DOCE - LA MEDICINA DE LA MENTE
CAPÍTULO TRECE - EL DRAGÓN DE ORO (xxx)
CAPÍTULO CATORCE - LA CUEVA DE LOS BANDIDOS
CAPÍTULO QUINCE - EL ACANTILADO
CAPÍTULO DIECISÉIS - LOS GUERREROS YETIS
CAPÍTULO DIECISIETE - EL MONASTERIO FORTIFICADO
CAPÍTULO DIECIOCHO - LA BATALLA
CAPÍTULO DIECINUEVE - EL PRÍNCIPE
FIN
ALLENDE ISABEL - El Reino Del Dragon De OroEditorial Rayo - Una rama de Harper Collins Publishers
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El REINO DEL DRAGÓN DE ORO, La continuación de LA CIUDAD DE LASBESTIAS es su segunda novela para jóvenes
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A mi amiga Tabra Tunoa,
viajera incansable,
quien me llevó al Himalaya
y me habló del Dragón de Oro
EL REINO DEL DRAGÓN DE ORO
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CAPÍTULO UNO EL VALLE DE LOS YETIS
Tensing, el monje budista , y su discípulo, el prínshy;cipe Dil Bahadur, habían escalado durante días las altas cumbres al norte del Himalaya, la región de los hielos
eternos, donde sólo unos pocos lamas han puesto los pies a lo largo de la historia. Ninguno de los dos contaba las horas, porque el tiempo no les interesaba. El
calendario es un invento humano; el tiempo a nivel espiritual no existe, le había enseñado el maestro a su alumno.
Paraellos lo importante era la travesía, que el joven realizaba por primera vez. El monje recordaba haberla hecho en una vida anterior, pero esos recuerdos eran
algo confusos. Se guiaban por las indicaciones de un perga shy;mino y se orientaban por las estrellas, en un terreno donde incluso en verano imperaban condiciones
muy duras. La temperatura de varios grados bajo cero era so shy;portable sólodurante un par de meses al año, cuando no azotaban fatídicas tormentas.
Aun bajo cielos despejados, el frío era intenso. Vestían túnicas de lana y ásperos mantos de piel de yak. En los pies llevaban botas de cuero del mismo animal,
con el pelo hacia adentro y el exterior impermeabilizado con grasa. Ponían cuidado en cada paso, porque un resbalón en el hielo significaba que podían rodar
centenaresde metros a los profundos precipicios que, como hachazos de Dios, cortaban los montes.
Contra el cielo de un azul intenso, destacaban las lu shy;minosas cimas nevadas de los montes, por donde los via shy;jeros avanzaban sin prisa, porque a esa altura
no tenían suficiente oxígeno. Descansaban con frecuencia, para que los pulmones se acostumbraran. Les dolía el pecho, los oídos y la cabeza;sufrían náuseas y fatiga,
pero nin shy;guno de los dos mencionaba esas debilidades del cuerpo; se limitaban a controlar la respiración, para sacarle el máximo de provecho a cada bocanada de
aire.
Iban en busca de aquellas raras plantas que sólo se en shy;cuentran en el gélido Valle de los Yetis, y que eran funda shy;mentales para preparar lociones y
bálsamos medicinales. Si sobrevivían a lospeligros del viaje, podían conside shy;rarse iniciados, ya que su carácter se templaría como el acero. La voluntad y el valor
eran puestos a prueba mu shy;chas veces durante esa travesía. El discípulo necesitaría ambas virtudes, voluntad y valor, para realizar la tarea que le esperaba en la vida.
Por eso su nombre era Dil Ba shy;hadur, que quiere decir «corazón valiente» en la lengua del ReinoProhibido. El viaje al Valle de los Yetis era una de las últimas
etapas del duro entrenamiento que el prín shy;cipe había recibido por doce años.
El joven no conocía la verdadera razón del viaje, que era más importante que las plantas curativas o su inicia shy;ción como lama superior. Su maestro no podía
revelár shy;sela, tal como no podía hablarle de muchas otras cosas. Su papel era guiar al...
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