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Páginas: 14 (3371 palabras)
Publicado: 15 de enero de 2013
El penúltimo día la expedición debió atravesar
varias crestas desnudas de vegetación
y batidas por un viento huracanado.
Subían o bajaban las laderas bordeando
árboles arrancados de cuajo por el vendaval,
cañadas sombrías, torrentes y simas
espantosas. Y cada cresta parecía ser la
última, aquella que cerraba la visión del
mar.
Cuando, al fin, rendidos decansancio,
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llegaron a la base de la gran montaña que
ocultaba a aquél, un ejército de los guerreros
de Torecha salió dispuesto a cortarles
el paso.
—Que se vuelvan sobre sus pasos— respondió
éste, con un gesto huraño y feroz,
a los emisarios—. ¡Si no, no dejaremos con
vida a uno solo de vosotros!
Pero Balboa tenía prisa por llegar al valle,
donde esperaba encontraralbergue
para los enfermos numerosos que llevaba
,y descanso para los estropeados . Y, sin vacilar
un momento, de acuerdo con Pizarro,
ordenó a sus soldados que siguieran adelante.
Había hecho antes que éstos cubrieran
a los indios de carga y que avanzaran
en un pelotón bien unido . Los guerreros
de Torecha, confiados en una fácil victoria,
empezaron a rodearlos, estrechando el
arco cada vezmás, y en un momento dado
cayeron sobre los españoles con un vocerío
ensordecedor y salvaje, blandiendo macanas
y lanzas afiladas y endurecidas al fuego.
Una sola descarga de los arcabuces y
cañones bastó para detener su impulsivo
avance. El relámpago de los disparos, el
trueno insólito, el olor del azufre, la vista
de sus compañeros sangrando a sus pies,
sin que pudieran descubrir lo quehabía
producido la herida, les infundió un pavoroso
terror. Y, sin que pudieran evitarlo el
cacique y los jefes, empenachados, empezaron
todos a dispersarse en fuga precipitada,
perseguidos de cerca por los perros
y los españoles, a quienes tomaban por demonios
con sus corazas .y bacinetes y sus
lanzas o tizones relumbrantes al sol, con
sus armas flamígeras y retumbantes, llenas
de humosulfuroso, como humo de infierno.
Cayeron así prisioneros muchos indios,
entre ellos algunos esclavos, negros
como africanos por efecto de la pintura,
que pertenecían a una tribu vecina enemiga,
y más de seiscientos, inclusive Torecha,
quedaron muertos y despedazados
en el campo. Sin contar con los que, en castigo
de vicios y delitos monstruosos, fueron
después destrozados por la jauría.Sucedió que entre los cautivos había un
grupo de hombres a quienes sus mismos
compañeros detestaban y acusaban de crímenes
horendos e inmundos : robo de mujeres
y de niños de las tribus vecinas, violaciones,
sacrificios humanos, vicios infamantes,
etcétera, etc . Un hermano de Torecha
fué encontrado "en hábito real de
mujer — como refiere Gomara—, y no
solamente en el traje, pero en todolo al,
salvo en parir, era hembra . . ." Balboa se
dejó convencer por el padre Vera y la soldadesca
excitada y, señalados por sus propios
compañeros, fueron cayendo uno a uno
en las garras de los alanos, que los despedazaban
en un abrir y cerrar de ojos, más
de cincuenta cautivos. Fué preciso que el
mismo Balboa, horrorizado ante la sangre
humeante en la carne viva de las víctimas,ordenara con imperio poner término a tan
infame escena . También hubo de oponerse
luego, con toda su autoridad de ,jefe, a que
las siete mujeres de Torecha fueran enterradas
vivas por los indios, con el cadáver
de su marido . Dando alaridos desesperantes,
puestas de hinojos ante el hueco de la
sepultura que le habían cavado a éste, arrojadas
otras ya en el fondo, donde yacía
el cadáver, eranellas mismas las que suplicaban
se cumpliera con este ritual salvaje.
Habían cavado los indios un amplio
hueco y colocado con el cuerpo del cacique,
para la sed ,y el hambre de la última ,jornada,
un cántaro de chicha, cestos de maíz
y algunos cacharros de barro cocido . Al
lado dejaron un espacio para las mujeres.
Perturbó a todos, a pesar del cansancio
,y los horrores presenciados, el...
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