El Cine Y La Dictadura
Noche y niebla
Se cumple un nuevo aniversario del último golpe militar. El 24 de marzo de 1976 cambió la historia de nuestro país y, como no podía ser de otra manera, modificó también los modos de pensar la ética y la estética del cine argentino. Esta nota analiza qué elementos del cine post dictadura provienen de esos cambios y encuentra un terreno tanvasto como contradictorio.
Por Juan Manuel Mannarino
Alguna vez el filósofo alemán Theodor Adorno pronunció la famosa frase según la cual “después de Auschwitz no se puede escribir poesía” y el arte contemporáneo no quedó inmune. El clásico problema de la representación del horror volvía a un primer plano: si la realidad era tan indecible y atroz, el tema era qué hacer con ella, cómoabordarla desde la ficción. Sin embargo, los campos de exterminio nazi fueron filmados después y todos conocemos sus monstruosidades. En tiempo reciente, incluso, vimos horror y destrucción en vivo y en directo por obra y gracia de la imagen televisiva, como la Guerra del Golfo y ni qué hablar de las torres gemelas. Ahora bien, ¿alcanza solamente con mostrar lo que pasó? ¿Qué tiene el cine para ofreceren la narración de un período tan espeluznante como la última dictadura militar?
El cine argentino condenó la dictadura como la debía condenar, se unió más por el espanto que por el amor y hasta armó polémicas. Lo que en un principio fue novedad, con el tiempo se transformó en un empacho: el volumen de películas sobre la dictadura militar es amplísimo, con una buena cuota de temas, géneros ypersonajes. El consenso es tajante: el golpe del 24 de marzo fue el puntapié de un acto político, el Proceso de Reorganización Nacional, que inauguró el terrorismo de estado más sangriento y cínico de la historia nacional. El ascenso al poder de esta camada de militares modernos, nos dice el cine, fue ilegítimo, cruel y bestial. ¿Dónde estaba la sociedad civil en todo esto? Y aquí comienza lointeresante. Porque si la dictadura militar duró seis años, de 1976 a 1983, no alcanza con la sola condena al Proceso sino que es necesario analizar qué pasó antes, durante y después del acontecimiento del golpe.
Y detrás del árbol, aparecen los tallos, las hojas, el tronco y las raíces. Los años oscuros con un repertorio siniestro: la herida sin cicatrizar de los desaparecidos, el secuestro de niños,los silencios de la sociedad, el exilio, la muerte de la cultura y el infierno de lo cotidiano. La banalidad del mal. La degradación, la devastación, la desolación de todo un país. ¿De qué modo mostrar lo que hizo la dictadura militar? Como veremos, cuando se dispone a narrar el Proceso, el cine argentino vacila entre tres polos: dar por descontado que el espectador conoce de antemano la trama de ladictadura, aturdir de imágenes a un público que supuestamente la ignora o señalar las tensiones y las contradicciones de nuestro pasado reciente.
Ver para creer
Si la historia del cine argentino es una historia hecha de retazos (por la cantidad de celuloide que cortaron los censores, por lo que la desidia y la inconstancia institucional del país perdieron o permitieron que se perdiera parasiempre), hay que decir que los militares cultivaron su propia estética: se descartaba aquel cine que no servía, que era peligroso para los objetivos de la Patria bajo la defensa de una estética chauvinista, propagandística y de comedias ligeras, con el dúo Porcel-Olmedo como figuras estelares. Aunque las palmas por la apología procesista debería llevárselas el recientemente fallecido directorEmilio Vieyra, que en Comandos azules y Comandos azules en acción intentó pintar con gracia las andanzas de los grupos de tareas. Estos cineastas fueron funcionales a la dictadura mientras otros pagaban con el exilio (Pino Solanas, Octavio Getino) o con la muerte (Raymundo Gleyzer).
La vuelta a la democracia permitió el destape, el ocaso de la censura, y el cine ocupó un rol social, arriesgando una...
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