El corazon de estambul
Volví a leer la versión de abajo y me parece muy larga. Me quedo con la de la Diners que tiene más ritmo. Esta es una mezcla para a lo mejor ya quedarme contenta con el relato de este viaje decisivo que hicimos hace un año.
Enfrentamos un momento difícil. Las cosas no han salido como lo habíamos esperado. Una mezcla de tristeza, decepción ycansancio irrumpe en la vida de pareja. Tal vez sea el momento de aplicar un poco de autoindulgencia, canjear algunas millas y salir en busca de otros vientos. Sin casi haberlo pensado, un correo electrónico confirma que no hay vuelta atrás: la reservación de dos pasajes a Estambul fue satisfactoria y la transacción no permite reembolso. Tras el impulso, no queda más que preparar el viaje: compraruna guía, encontrar un hotel, contactar a viejos amigos y empacar ropa más ligera a la espera de que el calor ya haya llegado a Turquía.
Llegamos un sábado por la tarde. El taxi apesta a cigarrillo. Abro entonces la ventana y siento que aún hace frío. La primavera recién ha empezado y a cada paso lamento haber dejado mi abrigo en casa.
Nos hospedamos en el tradicional barrio de Sultanahmet en unacasona de inicios de siglo convertida en hotel. Tenemos una habitación cómoda y espaciosa, con un bonito parquet que da cuenta del tiempo pasado. El techo es alto, la lencería huele a limpio y desde la ventana se divisa, a pocos metros, la pavorosa cárcel que sirvió de locación para El expreso de Media Noche, convertida hoy en el exclusivo Four Seasons.
La mañana siguiente, antes del amanecer,el muecín nos despierta con la llamada a la oración (adhan) que en el Islam se repite cinco veces al día. Pero bajo las sábanas y todavía entre sueños, el adhan de la mañana tiene un efecto más poderoso. “Allahu Akbar, Allahu Akbar… Ash-haduallah ilaha illallah…” No sé si es un canto o un rezo. En todo caso es bello y misterioso, aunque he de reconocer que en la oscuridad me provoca un poco demiedo.
Subimos al último piso a tomar el desayuno, que es más bien pobre y repetitivo. Sin embargo, desde la terraza, se vislumbra un panorama espectacular, por un lado el Mar de Mármara y los barcos que lo navegan y por otro, muy cerca, la Mezquita Azul frente a la Santa Sofía: dos íconos de la ciudad enfrentados a través de los siglos. ¡Es un panorama espectacular y hacia él vamos!
Estambul tienealrededor de 3000 mezquitas. Una de las más conocidas es la del Sultán Ahmed, construida a inicios del siglo XVII, también llamada Mezquita Azul por el color de los azulejos que embellecen su interior. Separada por un gran jardín está la Hagia Sophia, una de las obras cumbres de la arquitectura bizantina, que desde el siglo VI y durante mil años sirvió como templo cristiano hasta ser convertidaen mezquita tras la toma de Constantinopla.
Otra bella y enorme mezquita es Süleymaniye, sentada imponente en una colina, observando a la ciudad. Fue comisionada por Solimán el Magnífico en el siglo XVI como parte de un engranaje que incluía hospital, biblioteca, madraza, hammam, mercado y hospicio. No muy lejos, en Eminönü, está la enigmática mezquita de Rüstem Pasha, perdida entre lascallejuelas del mercado de los tejedores. Unas pequeñas gradas casi escondidas dan paso a una terraza elevada que revela una mezquita maravillosa con los más bellos azulejos de motivos florales y geométricos. Me enamoro de la Pequeña Hagia Sophia –la antigua iglesia ortodoxa de San Sergio y San Baco– convertida en mezquita durante el imperio otomano y que, corre el rumor, fue el modelo en el que se basaronpara construir la Santa Sofía. Coincide nuestra visita con un momento de calma y por varios minutos somos los únicos en ese edificio que emana paz y buena energía.
Si bien atesoran finas baldosas, lámparas colgantes y elaboradas alfombras, son espacios donde se reúne la gente para profesar su religión, donde los fieles entran con los pies lavados y la cabeza cubierta en señal de respeto a Dios....
Regístrate para leer el documento completo.