el don del lobo anne rice
Anne Rice
Traducción de Rosa Borrás
Título original: The Wolf Gift
Traducción: Rosa Borrás
1.ª edición: septiembre 2012
© 2012 by Anne O’Brien Rice
© Ediciones B, S. A., 2012
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Depósito Legal: B.22768-2012
ISBN DIGITAL: 978-84-9019-211-5
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Dedico esta novela a Christopher Rice,
BecketGhioto, Jeff Eastin, Peter
y Matthias Scheer,
y a la «gente de la página»
Pedid lo que queráis a la fuerza que gobierna el universo. Puede que lo hagamos
realidad y llegue a amarnos como nosotros lo amamos.
Contenido
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Reuben era un hombre alto, de más de metro ochenta, con el pelo castaño y rizado y unos
profundos ojos azules. Le llamaban Cielito, apodo que odiaba, por lo que tendía a reprimir lo
que el mundo conoce como una sonrisa irresistible. Sin embargo, en ese momento estaba
demasiado contento para mantener su estudiada expresión seria y tratar de aparentar más de
losveintitrés años que tenía.
Subía por una empinada cuesta contra el fuerte viento oceánico con Marchent Nideck, una
mujer exótica y elegante, mayor que él, y estaba disfrutando de todo lo que ella le contaba
sobre la casa grande de lo alto del acantilado. Marchent era delgada, con un rostro esculpido
en preciosas facciones y un cabello de aquel tono rubio que jamás se desvanece. Lo llevaba
haciaatrás, en una suave media melena ondulada que se le rizaba justo por encima de los
hombros. A Reuben le encantaba su aspecto, con su largo vestido de punto marrón y sus
botas marrones perfectamente enlustradas.
El muchacho estaba escribiendo un artículo para el San Francisco Observer sobre la
gigantesca casa y las esperanzas de venta que albergaba Marchent, ahora que se había
ejecutado laherencia y su tío abuelo Felix Nideck había sido declarado oficialmente muerto. El
hombre llevaba veinte años desaparecido, pero se acababa de leer el testamento y había
dejado la casa a su sobrina Marchent.
Desde que Reuben había llegado, habían estado paseando por las laderas forestales de la
propiedad y habían visitado una destartalada casa de huéspedes y un establo en ruinas.
Habíancaminado por carreteras viejas y por antiguos senderos perdidos entre la maleza que
desembocaban de vez en cuando en algún saliente rocoso que se precipitaba sobre el
Pacífico, del frío color del hierro, para volver a internarse rápidamente en un mundo húmedo y
resguardado entre robles y helechos.
Reuben no llevaba ropa adecuada para eso ni por asomo. Había conducido hacia el norte
con su habitual«uniforme», compuesto por un blazer azul de lana de estambre sobre un suéter
fino de cachemir y unos pantalones grises. Pero, al menos, llevaba una bufanda que había
sacado de la guantera. Y, a decir verdad, el frío penetrante le daba completamente igual.
La enorme mansión se protegía del frío con gruesos tejados de pizarra y vidrieras de
rombos en las ventanas. La construcción de piedra rugosacontaba con innumerables
chimeneas erigidas sobre los gabletes escarpados y un extenso invernadero en el ala oeste,
todo él construido en hierro blanco y cristal. A Reuben, le encantaba. Ya le había gustado en
las fotografías on-line, pero no esperaba tanta grandeza y solemnidad.
Se había criado en una vieja casa del barrio de Russian Hill, en San Francisco, y había
pasado mucho tiempo en...
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