El hombre que calculaba
Donde se narran las circunstancias y los motivos de la honrosa visita que nuestro amigo el jeque Iezid, el Poeta, se dignara hacernos. Extraña consecuencia de las previsiones de un astrólogo. La mujer y las Matemáticas. Beremiz es invitado a enseñar Matemáticas a una hermosa joven. Situación singular de la misteriosa alumna. Beremiz habla de su amigo y maestro, el sabio Nô-Elim.En el último día del Moharra, al caer la noche, vino a buscarnos a la hostería el prestigioso Iezid-Abdul-Hamid, amigo y confidene del Califa.
—¿Algún nuevo problema a resolver, jeque?, preguntó sonriente Beremiz.
—¡Lo has adivinado, amigo mío!, respondió nuestro visitante. Me encuentro ante un serio problema. Tengo una hija llamada Telassim, dotada de viva inteligencia y de acentuadainclinación a los estudios. Cuando Telassim nació, consulté a un astrólogo famoso que sabía desvelar el futuro mediante la observación de las nubes y las estrellas. El mago me dijo que mi hijo viviría feliz hasta los 18 años. A partir de esta edad, se vería amenazada por una serie de lamentables desgracias. Pero había no obstante un medio de evitar que la infelicidad viniera a turbar tan hondamente sudestino. Telassim —dijo el mago— debería aprender las propiedades de los números y las múltiples operaciones que con ellos se efectúan. Pero para dominar los números y hacer cálculos, es preciso conocer la ciencia de Al Kharismi, esto es la Matemática. Decidí pues asegurarle a Telassim un futuro feliz haciéndole estudiar los misterios del Cálculo y de la Geometría.
El generoso jeque hizo una ligerapausa y prosiguió luego:
—Busqué varios ulemas de la corte, pero no logré encontrar ni uno que se viera capaz de enseñar Geometría a una joven de 17 años. Uno de ellos dotado sin embargo de gran talento, intentó incluso disuadirme de mi propósito: “Quién intentara enseñar a cantar a una jirafa —me dijo— cuyas cuerdas vocales son incapaces de producir el menor ruido, perdería lamentablemente eltiempo y haría un trabajo inútil. La jirafa jamás cantará. Y el cerebro femenino —me dijo el daroes— es incompatible con las más sencillas nociones de Cálculo y de Geometría. Esta incomparable ciencia se basa en el raciocinio, en el empleo de fórmulas y en la aplicación de principios demostrables con los poderosos recursos de la Lógica y de las proporciones. ¿Cómo va a poder una muchacha encerrada enel harén de su padre aprender las fórmulas del álgebra y los teoremas de la Geometría? ¡Nunca! Es más fácil para una ballena ir a La Meca en peregrinación que para una mujer aprender Matemáticas. ¿Para qué luchar contra lo imposible? ¡Maktub! “Si la desgracia ha de caer sobre nosotros, hágase la voluntad de Allah…”
El jeque, muy serio, se levantó de su cojín y caminó cinco o seis pasos hacia unlado y otro. Luego prosiguió con melancolía aún mayor.
—El desánimo, el gran corruptor, se apoderó de mi espíritu al oír estas palabras. No obstante, yendo un día a visitar a mi buen amigo Salem Nasair, el mercader, oí elogiosas referencias sobre el nuevocalculador persa que había llegado a Bagdad. Me habló del episodio de los ocho panes. El caso, narrado con todo detalle, me impresionóprofundamente. Procuré conocer el calculador de los ocho panes y fui a esperarle especialmente a casa del visir Maluf. Y quedé asombrado ante la original solución dada al problema de los 257 camellos, reducidos al final a 256. ¿Te acuerdas?
Y el jeque Iezud, alzando el rostro y mirando solemnemente al calculador, añadió:
—¿Serés capaz, ¡oh hermano de los árabes!, de enseñar los artificios del Cálculo a mihija Telassim? Te pagaré por las lecciones el precio que me pidas. Y podrás, como hasta ahora, seguir ejerciendo el cargo de secretario del visir Maluf.
—¡Oh jeque generoso!, replicó prontamente Beremiz. No veo motivo para dejar de atender a su honrosa invitación. En pocos meses podré enseñar a su hija todas las operaciones algebraicas y los secretos de la Geometría. Se equivocan doblemente...
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