Finanzas internacionales
La crisis financiera que emergió en julio de 1997 en el sureste asiático, cuyos efectos en modo alguno pueden darse por superados, nos ha recordado la fragilidad en que seencuentra inmerso el sistema de relaciones financieras internacionales. Los indudables avances experimentados en los últimos años en la dirección de una mayor integración de las economías desarrolladas y de aquellas otras tradicionalmente más aisladas, posibilitados por la creciente liberalización de los movimientos de capital y las mayores facilidades tecnológicas en el ámbito de las comunicaciones,han convertido la escena financiera internacional en un ámbito más concurrido en cuyo seno tiene lugar un volumen creciente de transacciones de diversa naturaleza. Esa mayor amplitud y sofisticación de las operaciones financieras, su no menos acusada y creciente diferenciación de las transacciones reales, no ha estado acompañada de un paralelo fortalecimiento de los mecanismos de control ycoordinación entre las distintas autoridades económicas nacionales. Todo lo contrario: desde la definitiva ruptura en 1973 del sistema monetario internacional nacido tras la Conferencia de Bretton Woods la asimetría entre el crecimiento y complejidad de la actividad de los mercados financieros internacionales, por un lado, y la insuficiencia de capacidad de respuesta de las
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autoridades nacionalese internacionales, por otro, ha sido cada vez más explícita. (1) La persistencia de los efectos de esa crisis cuyas propiedades la han hecho acreedora de esa caracterización como la primera verdaderamente global de la historia ha renovado la prioridad en la búsqueda de soluciones tendentes tanto a la prevención como a un tratamiento eficaz de las mismas. Con independencia de la razonable inquietudque la propagación de esta crisis ha generado, no deberíamos olvidar que la misma no es sino un episodio más en un amplio catálogo de convulsiones financieras a las que de forma más o menos regular ha estado sometido el sistema económico desde hace siglos: desde la tópica crisis de los tulipanes de 1637-38 hasta las crisis bancarias de un buen número de países industrializados en la segunda mitadde este siglo, o las de carácter cambiario particularizadas también en países industrializados como Europa. No todas tuvieron su origen en países en desarrollo, ahora considerados emergentes, pero indudablemente las más importantes de las recientes disponen de ese denominador común: la desencadenada en 1982 tras la incapacidad para atender la deuda externa de algunos países de América Latina, laconocida como “crisis tequila” cuyo epicentro se localizó en México en 1994 y se extendió durante el año siguiente fundamentalmente a los países del sur y esta más reciente iniciada en el sureste asiático. En los tres casos puede hablarse con toda propiedad de crisis en los términos de la caracterización establecida por Eichengreen y Portes (2) o atribuirles esa dimensión sistémica con que másrecientemente se tipifica a esa combinación de perturbaciones financieras (3). Siendo más o menos marcadas las diferencias en los perfiles macroeconómicos de los países afectados, en la composición de los flujos de capital exterior o en la distribución por titularidades pública o privada de los
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pasivos , la existencia de factores comunes importantes aumenta esa inquietud asociada a lapercepción de una fragilidad constante, que lejos de atenuarse ha ido cobrando mayor entidad a medida que lo ha hecho el proceso de globalización financiera. (4) Las tres crisis estuvieron precedidas de importantes aumentos en las entradas de capital en un número amplio de países en desarrollo y, de forma destacada en las dos últimas, basadas en condiciones atractivas a su captación para las economías...
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