Guanaco Blanco
Francisco Coloane
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En busca de unas brazadas de pasto de guarda para los
caballos de los alojados, fue como Esther, la mujer del Pelado, tropezó
con la muchacha indígena al pie de la parva, amarrada con alambres
y pesos de fierro para que no se la llevara el viento.
Río Grande en aquella época no era más que una aldehuela
recostada en la margen norte de ladesembocadura del río que nace
en Chile y va a dar al Atlántico con un caudal que aumentan los
arroyos tributarios de los cañadones de la región pampeana de
Argentina.
La casa del Pelado Riera era la única que daba alojamiento y
comida al amo y al caballo por un solo precio, según anunciaba un
letrero pintado de azarcón verde bajo su alero sobre el dintel de la
cantina. Especie de frontera donde seencontraban hombres de mar
y de tierra. Cazadores de focas, balleneros, unos, buscadores de
oro, campañistas, capataces y ovejeros de las estancias, otros. Cuál
más, cuál menos, ostentaba u ocultaba una historia errante, según
sus conveniencias. El capitán Wallis, por ejemplo, que traía ovejas de
las islas Malvinas o Falkland para los ganaderos que se instalaron en
la costa argentina, habíanavegado en sus mocedades por las
márgenes de la India, extrañándose al escuchar que el indio
fueguino llamara ''guanaco blanco" a las ovejas que su goleta Fair
Rosamonde transportaba para las estancias Primera, Segunda y
Tercera Argentina. Había conocido el famoso tigre de Bengala, pero
del tigre blanco de las llanuras al pico de los Himalayas, que se
comía a la gente en las hambrunas,sospechaba que era mas
leyenda que realidad, tal los rastros del "abominable hombre de las
nieves" del Everest. Siempre hay leyendas en los más altos picachos
del planeta y, como gotas perdidas, transitan nubes, ventisqueros,
hijos de luz de sombra y agua, que se deslizan subterránea o
superficialmente por las venas de la tierra. Atraviesan océanos y la
realidad o la fantasía devuelven sus ecos yreflejos como espejismos
de las imágenes del paso del hombre en su aventura humana o divina.
La cruda realidad fueguina había puesto a los pies de Esther y de
su parva de pasto de vega a aquella muchacha de la raza selk'nam u
ona, "hombre del norte" como los llamaban otros aborígenes del sur
del Onashaga, que así nombraban los yámanas del Cabo de Hornos al
canal Beagle, o "Paso de los Onas".Primero, la confundió con un chulengo, guanaco de poca edad,
que recibe el rebencazo mal dado en la cabeza por el cazador y va a
morir en cualquier parte; pero luego descubrió un mocasín indígena,
con la suela rellena de pasto coirón, desgarrada y sanguinolenta por el
borde de la capa de piel de guanaco. La suave respiración de la
muchacha subía y bajaba a través de la fina lana blanca ydorada en
la parte del pecho. Cautelosamente se agacho Esther; mas la joven
india se puso en pie de un salto, asustada de su presencia. Sonaba
con Siáskel, el monstruo de la leyenda ona que comía mujeres y
adornaba su cinturón con el pubis de sus víctimas.
Hubiera huido despavorida si Esther no la retiene de una
muñeca, llamando a su marido. El Pelado acudió amarrándose los
pantalones aun,pues era de madrugada. Entre marido y mujer la
sostuvieron para que no se cayera de nuevo, ya que el pie
izquierdo volvió a sangrar.
En esos instantes llegaba Arturo Stewart, capataz de la Tercera
Argentina, quien conducía del cabestro a la famosa yegua alazana de
George Sterling, su colega de la Segunda, que se había quedado
enredado en los quilombos. Ambos habían nacido en las Malvinas oFalkland, y trayendo piños de ovejas en la Fair Rosamunde de la
Compañía de las Falkland, que vendía el ganado, se habían quedado
definitivamente, arreándolas, hasta llegar a capataces. "Los
malvineros", los apodaban en Río Grande.
- ¡Una bala del cuarenta y cuatro le ha atravesado el calcáneo! diagnosticó Stewart presumiendo de médico.
Había tomado fama de medicastro neómano a raíz de que...
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