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porque se podría estar seguro de que nadie intentaría entrar a robar en ellas? ¿En unasociedad en la que todo el
mundo pudiera andar por la calle a cualquier hora del día o de la noche, sin el menor temor de ser asaltado, violado
o asesinado?¿En una sociedad en la que no hubieraninguna razón para sospechar que las frases de cortesía y las
sonrisas de amabilidad son mera fachada tras la que se esconden quienes en realidad codician nuestros bienes,
nuestro empleo, nuestroscuerpo, y no tendrían escrúpulo alguno en satisfacer sus deseos a costa nuestra si les
fuera posible?¿En una sociedad en la que todos trataran bien a todos, y todos estuvieran satisfechos con su suerte?Burrhus Frederick Skinner, probablemente el mas famoso psicólogo estadounidense de este siglo, sabe
perfectamente lo que todos contestaríamos. Y , si acaso el lector tiene la menor duda sobre supropia respuesta,
basta con que piense en que sociedad hubiera elegido nacer si se le hubiera dado a escoger entre la que acabo de
describir y cualquiera de las sociedades hasta ahora conocidas, en lasque abundan los robos, los asaltos, los
asesinatos, las traiciones y la hipocresía.
Skinner prefiere también, como cualquiera de nosotros, la primera sociedad. Solo que el, a diferencia de lamayoría de nosotros, esta totalmente convencido de que tal sociedad es posible y de que podría realizarse en el
futuro inmediato.
Naturalmente, si Skinner fuera un pensador teórico o si se dedicara aescribir novelas futuristas, habría razón para
descartar sus pretensiones sin molestarse en examinarlas. Lo interesante es que Skinner no es un mero soñador,
como lo demuestran ampliamente soninnegables éxitos experimentales en el campo del condicionamiento de la
conducta durante los largos años que han pasado en la Universidad de Harvard. En tanto que otros pensadores se
sientan en su...
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