la recocha
Ciappelletto
Giovanni Boccaccio
Habiéndose Musciatto Franzesi convertido, de riquísimo y gran mercader en
Francia, en caballero, y debiendo venir a Toscana con micer Carlos Sin Tierra, hermano del
rey de Francia, que fue llamado y solicitado por el papa Bonifacio, dándose cuenta de que
sus negocios estaban, como muchas veces lo están los de los mercaderes, muy intrincados
acá y allá,y que no se podían de ligero ni súbitamente desintrincar, pensó encomendarlos a
varias personas, y para todos encontró cómo; fuera de que le quedó la duda de a quién dejar
que fuera capaz de rescatar los créditos hechos a varios borgoñones. Y la razón de la duda
era saber que los borgoñones son litigiosos y de mala condición y desleales, y a él no le
venía a la cabeza quién pudiese haber tanmalvado en quien pudiera tener alguna confianza
para que pudiese oponerse a su perversidad. Y después de haber estado pensando
largamente en este asunto, le vino a la memoria un seor Cepparello de Prato que muchas
veces se hospedaba en su casa de París, que porque era pequeño de persona y muy
acicalado, no sabiendo los franceses qué quería decir Cepparello, y creyendo que vendría a
decircapelo, es decir, guirnalda, como en su romance, porque era pequeño como decimos,
no Chapelo, sino Ciappelletto le llamaban: y por Ciappelletto era conocido en todas partes,
donde pocos como Cepparello le conocían. Era este Ciappelletto de esta vida: siendo
notario, sentía grandísima vergüenza si alguno de sus instrumentos (aunque fuesen pocos)
no fuera falso; de los cuales hubiera hecho tantoscomo le hubiesen pedido gratuitamente, y
con mejor gana que alguno de otra clase muy bien pagado. Declaraba en falso con sumo
gusto, tanto si se le pedía como si no; y dándose en aquellos tiempos en Francia grandísima
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fe a los juramentos, no preocupándose por hacerlos falsos, vencía malvadamente en tantas
causas cuantas le pidiesen que jurara decir verdad por su fe. Tenía otra clase deplaceres (y
mucho se empeñaba en ello) en suscitar entre amigos y parientes y cualesquiera otras
personas, males y enemistades y escándalos, de los cuales cuantos mayores males veía
seguirse, tanta mayor alegría sentía. Si se le invitaba a algún homicidio o a cualquier otro
acto criminal, sin negarse nunca, de buena gana iba y muchas veces se encontró
gustosamente hiriendo y matando hombrescon las propias manos. Gran blasfemador era
contra Dios y los santos, y por cualquier cosa pequeña, como que era iracundo más que
ningún otro. A la iglesia no iba jamás, y a todos sus sacramentos como a cosa vil escarnecía
con abominables palabras; y por el contrario las tabernas y los otros lugares deshonestos
visitaba de buena gana y los frecuentaba. A las mujeres era tan aficionado como loson los
perros al bastón, con su contrario más que ningún otro hombre flaco se deleitaba. Habría
hurtado y robado con la misma conciencia con que oraría un santo varón. Golosísimo y
gran bebedor hasta a veces sentir repugnantes náuseas; era solemne jugador con dados
trucados.
Mas ¿por qué me alargo en tantas palabras? Era el peor hombre, tal vez, que nunca
hubiese nacido. Y su maldad largotiempo la sostuvo el poder y la autoridad de micer
Musciatto, por quien muchas veces no sólo de las personas privadas a quienes con
frecuencia injuriaba sino también de la justicia, a la que siempre lo hacía, fue protegido.
Venido, pues, este seor Cepparello a la memoria de micer Musciatto, que conocía
óptimamente su vida, pensó el dicho micer Musciatto que éste era el que necesitaba la
maldadde los borgoñones; por lo que, llamándole, le dijo así:
-Seor Ciappelletto, como sabes, estoy por retirarme del todo de aquí y, teniendo
entre otros que entenderme con los borgoñones, hombres llenos de engaño, no sé quién
pueda dejar más apropiado que tú para rescatar de ellos mis bienes; y por ello, como tú al
presente nada estás haciendo, si quieres ocuparte de esto entiendo conseguirte el...
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