lenguaje
LA EDAD
DEL PAVO
i
EDITORIAL UNIVERSITARIA
Tódas as cartas de amor sao
Ridiculas.
Nao senam cartas de amor nao Jossem
Ridiculas.
Também escrevi em meu lempo cartas de amor. Como
as outras.
Ridiculas.
Ai cartas de amor, se há amor,
Tém de ser Ridiculas...
FtKNANDO PESSOA
L
a Guérnica es la mejor librería de Valparaíso.
Suelo visitarla en esosdías nublados de veraneo
cuando no vale la pena ir a la playa. Su dueño, don
Narciso, no sólo tiene muchos libros: los recomienda
con tal pasión que uno se los lleva.
Para llegar a Guérnica Libros, debo subir por una
calle empinada donde se halla una imprenta y una
carnicería de equino. Me sorprende siempre, en Valparaíso, la existencia de tanta carnicería de caballo, ¿será
el plato preferidode los porteños?
El librero, don Narciso, con un apellido vasco que no
puedo memorizar, viste un traje de diablo fuerte negro:él
lo llama de pana. Es enjuto como suelen serlo,así dice él,
los españoles cuando envejecen. Le gusta recomendar
buenos libros, sabe relacionarlos unos con otros, me habla
de la vida de los autores y acaba por entusiasmarme.
En el local de Guérnica Libros, por unade cuyas
ventanas repletas de clásicos castellanos se ve el mar,
también se huele el polvo de los libros viejos y la tinta de
los nuevos: los de la Colección Litoral que edita el mismo
don Narciso.
El español llegó hace mucho tiempo, en el Winni- peg,
con otros refugiados. Y quizá por qué motivo los
republicanos, como este don Narciso, se relacionaron casi
todos con negocios de libros,imprentas y editoriales.
— ¿Quién es el de la foto? —le pregunto señalándole
a un personaje de cara poco expresiva, que se halla en el
lugar de honor de la librería.
— Ese es Machado, el Bueno.
Yo lo contemplo mientras don Narciso me busca algo
de ese mismo Machado en los anaqueles. Pero entonces
sucede una cosa extraordinaria. Entre los libros menos
limpios descubro uno que me interesa deveras. Es un
volumen grueso. Le doy unos golpes, le paso mi pañuelo
sobre la tapa donde se dejan ver unos dibujos de damas de
alto peinado, de caballeros gordos. Hay, por ejemplo,
esbozada, una mujer chinchosa junto a Víctor Hugo y un
viejito sonriente siempre. Descubro que es Voltaire.
— ¿Cuánto vale éste? —le pregunto a don Narciso,
mostrándole el libro.
Levanta la vista, se acerca ytoma mi libro como si lo
estuviera pesando. Entonces, de un golpe que yo lla maría
maestro, desempolva por completo el volumen de Los
titanes del epistolario amoroso
— ¡Con que ésas tenemos! —me dice— Ahora, el
señor don Moncho, desea arrebatar corazones femeninos.
Tiene una manera muy peculiar de abrir los libros. En
sus manos, un poquito temblorosas, dejan de ser cajas de
sorpresa. Buscaen las primeras páginas y frunce los ojos
para ver mejor unos datos editoriales.
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No está mal. La letra, muy chica, no más —observa.
Entonces yo le pregunto quién es la mujer melenuda
de la portada.
— Es Catalina de Rusia o George Sand, no sé. Las
dos se las traían y ambas deben aparecer adentro.
— Me tinca el libro.
— O sea que vas a llevarte los Titanes. ¿Cómo se
llama la mujerque te gusta, Moncho? Porque el libro es de
cartas de amor, no es otra cosa.
Hojeo una revista en cuya portada hay un señor
apellidado Azaña, pero sin ache.
— Se llama Jacqueline, don Narciso. Y le he mandadootras cartas. Pero las del Epistolario supongo que
harán más efecto.
Sonríe con una pequeña tristeza.
— A mí también me gustó una Jacqueline cuando
tenía más o menos tu edad, la edaddel pavo... Pero no
sirven las Jacquelines. La tuya es la edad más feliz de la
vida, ¡cómo quisiera volver a ella! La edad en que, por
primera vez, uno tiene conciencia de su cuerpo.
— No sé, palabra. Casi siempre lo paso mal. ¿La
edad más feliz, dice usted, don Narciso?
— La tuya es la edad del beso. ¿La has besado
alguna vez?
— Sólo he besado su fotografía.
— Comprenderás, hijo —el...
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