licenciada en literarura
TEXTO 1
Hace ya algunos años que vienen circulando entre los lingüistas pronósticos alarmantes sobre el futuro de muchas de las lenguas que han llegado hasta nosotros. […] El tema de la desaparición de las lenguas ha estado siempre presente en la lingüística, y tampoco es ninguna novedad la
utilización de metáforas luctuosas en relación con las variedades lingüísticas quehan dejado de ser
utilizadas en las prácticas comunicativas cotidianas. Lo que ahora resulta novedoso no es, pues, el
tema en sí, sino su tratamiento. Es nuevo […] el uso intensivo de la metáfora de la muerte […]. o de
otros tropos que […] evocan igualmente el tema funerario: lenguas amenazadas, lenguas en peligro,
la caída de las lenguas, el crepúsculo de las lenguas […]. Pero además de estaintensificación en el
uso, hay también importantes novedades en el ámbito del discurso. […] La muerte de las lenguas ya
no se ve como algo natural que sigue a la vida, sino como un producto de la inconsciencia de los
humanos, como una catástrofe que se puede y se debe evitar, del mismo modo que se debe evitar la
contaminación ambiental o la reducción de la diversidad biológica; de hecho, en losdiscursos sobre
la muerte de las lenguas se establece fecuentemente una conexión cada vez más directa entre diversidad lingüística y diversidad biológica. […] El resultado de todo ello es la difusión creciente de
una metanarrativa de la extinción, en la que se llevan a un primer plano la entropía y la desintegración e las diferencias humanas auténticas […]. Podemos considerear esta grannarrativa de la pérdida como el reverso de otra más antigua y bien conocida: la de los beneficios que nos depara la modernidad (imparable), y la de las ventajas de sustituir lo local por lo global, abandonando en ese
proceso, entre otras muchas cosas, las pequeñas e insevibles lenguas ancestrales. / En estos relatos
de la extinción, en vez de referencias a los beneficios o ventajas de lo global, lo queencontramos
son expresiones como “fenómeno terrible”, “catástrofe cultural”, “cataclismo” o “el mayor desastre
que haya conocido el planeta en toda su historia” (esta última ante el hipotético escenario de que
algún día nadie aprenda otra lengua que el inglés, Crystal […]). […] me limitaré a dejar constancia
de […] [que] comparto con quienes vaticinan una extinción masiva el interés por lapreservación de
la diversidad; pero tal vez no entienda ésta de la misma manera […]. […] comparto las críticas al
discurso “político-lingüístico correcto” que han formulado recientemente Calvet y Varela (2000),
quienes ponen de manifiesto los efectos perversos de estos discursos sobre los locutores de las lenguas que se pretende salvar. […] Otra disputa en la que no necesito tomar partido serefiere a si la
diversidad lingüística evoluciona a lo largo del tiempo en una determinada dirección; creo que mis
argumentos pueden ser válidos tanto si la diversidad lingüística aumenta con el tiempo, produciendo
un mayor número de familias lingüísticas […], como si con el paso del tiempo se reduce el número
de familias lingüísticas, aunque sigan apareciendo nuevas lenguas […]. / Sí deseo tomarpartido
[…] en lo que se refiere a la centralidad del contacto en el surgimiento de la diversidad lingüística
[…] oponiéndome así a quienes destacan ante todo el papel del aislamiento.
[...] Creo que debemos dar la bienvenida a puntos de vista tan saludables [Mufwene (2001)],
ya que ayudan a ensamblar y sistematizar relatos alternativos al de la extinción, por ejemplo, el de
la creación dediversidad nueva, o a ver la diversidad existente allí donde los discursos hegemónicos
nos llevan a ver lo unitario (¿cuántas lenguas cabrían dentro del inglés si le aplicásemos los mismos
criterios empleados para identificar las lenguas de Nueva Guinea?), o dejar de contemplar las lenguas como entidades separadas, bien delimitadas como si fuesen las teselas de un mosaico. [...] Insistamos: no...
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