obediencia exp. Standford
José Miguel Fernández Dols
Universidad Autónoma de Madrid
Siempre me ha llamado poderosamente la
atención lo difícil que le resulta a un psicólogo social experimental ser aceptado en el
gremio de los «desenmarcaradores», de los
que ponen en duda lo socialmente establecido.
Cuando un «blue collar» de la Psicología
Social, es decir, cuando algún experimentalista desvelaespectacularmente aspectos poco recomendables del ser humano los críticos le someten a un peligroso fuego cruzado: metodólogos irritados por los experimentos que salen en los periódicos; colegas que
temen la pérdida de relevancia del problema de la relevancia; radicales que prefieren
aparatos críticos más sutiles y, a ser posible,
vitalicios, etc. etc.
En el caso de Milgram ya comenté algo respectoa estos problemas (Fdez. Dols, 1980);
no tiene caso insistir aquí respecto al «experimento de la prisión de Stanford». El trabajo de Zimbardo ha recibido todo tipo de estocadas y varapalos. Citaré solo algunos ejemplos.
Festinger (1980), nada más y nada menos,
lo descalifica sañudamente de un plumazo
(sin citarlo, en el colmo del desprecio) en su
recuento del legado lewiniano:
«Uno puedeimprovisar una cárcel y hacer
que los sujetos se presten voluntarios (con
pleno conocimiento, naturalmente) a ser
prisioneros. Podrá, así, reseñar algunas reacciones interesantes de ciertos individuos. Es
un tema importante y digno de aparecer
en los periódicos. Pero eso no es investigación, no intenta establecer relaciones entre variables y no proporciona nuevo conocimiento. Es ni más nimenos que montar
un «happenning».
(Festinger 1980, 251-52)
Hay, por lo demás, otras muchas críticas
que adoptan otro estilo, deteniéndose en los
detalles y utilizando el escoplo y la lima aquí
y allá. Banauzizi y Mohavedi (1975), por
106
ejemplo, tras un minucioso análisis y una encuesta concluyen que no es la situación y su
parecido con la prisión lo que produce las
conductasobservadas sino que «los sujetos
respondieron a ciertas características de la demanda (...) materializándose en su actuación
sus estereotipos sobre los guardas de prisiones...» (p.159). En realidad, Banuazizi y Mohavedi mantienen una serie de supuestos sobre el proceso de relación entre estereotipos
y conducta sumamente optimista y, sobre todo, dan a las características de la demanda
un poder tan omás siniestro que el que Zim-
bardo atribuye a la prisión.
Por último, algunos autores no critican tanto los aspectos metodológicos cuanto los éticos. Savin (1973) considera, por ejemplo, que
todo es un montaje irresponsable y dañino
para los sujetos organizado por profesores sin
escrúpulos.
Como se ve, de Zimbardo podría no quedar piedra sobre piedra... y sin embargo Zimbardo sobrevive,vende muy bien sus textos
y, según creo, goza de buena salud.
¿Por qué?
Responder adecuadamente a esta pregunta inquietante nos obliga a tomar cierta distancia con respecto al escrito de Zimbardo y
entenderlo como un producto cultural, como un signo, como un elemento central de
esa colección de imágenes simbólicas (lcones
symbolicae) que es la Psicología Social Experimental.
Hay un elementoestilístico en el experimento de Zimbardo que llama la atención
y recuerda otros experimentos célebres: por
ejemplo el de Moscovici, Lage y Naffrechoux
(1969) sobre influencia minoritaria, el de
Schachter y Singer (1962) sobre emoción, algunos de los trabajos de Festinger sobre di-
sonancia cognitiva (Festinger y Carlsmith,
1959). etc.
Uno de los puntos en común de estos trabajos es queplantean graves problemas metodológicos (vid, por ej. Fdez. Dols, 1982;
Fdez. Dols y Ortega, 1985) pero fascinan a
la comunidad psico-social e incuso al público en general (en casos extremos como Milgram o Zimbardo).
¿Cuál es la clave de esa popularidad? No
es, necesariamente, su relevancia. No solo no
conectan con la problemática social cotidiana sino que insinuan lugares artificiales,...
Regístrate para leer el documento completo.