Perfiles profesionales de practicantes, matronas y enfermeras

Perfiles profesionales de Practicantes, Matronas y Enfermeras

por José Martín Barrigós

Practicantes

Evocando la profesionalidad de un practicante “de toda la vida”, S. Sempere dedica a la memoria de su padre el siguiente testimonio:

“Los compañeros que hayan ejercido la profesión en las primeras décadas de nuestro siglo (XX) saben que los ingresos que proporcionaba suejercicio por entonces no podían inducir a nadie a abrazarla con el propósito de resolver el problema de la vida, ni aun con el de que representara un medio auxiliar para mejorarla. Fuera de los Centros Sanitarios Oficiales, los servicios de Practicante eran tan reducidísimos, que sólo una gran vocación, un abnegado espíritu de sacrificio, una inclinación hacia el noble deseo de cooperar a mitigar losdolores del semejante enfermo, justifican el que hubiera hombres que se decidieran por tan abnegada como inapreciada profesión”[1].

Se refiere a un practicante rural; una figura que casi de manera unánime se evoca con respeto y gratitud por parte de los que fueron sus pacientes, en aquella España campesina de los pequeños pueblos. La gran mayoría de los núcleos rurales carecían de médicoy el practicante tenía encomendadas las intervenciones de urgencia, debía ejecutar las prescripciones del facultativo más cercano, incluyendo la cirugía menor, curas e inyecciones y, en muchos casos, asistir también los partos normales.

“La inyección era tan poco frecuente, que autorizaba a la gente, bastante más ingenua en este aspecto que en nuestros días, a afirmar la extrema gravedaddel enfermo por el hecho de que “le han pinchado”.[2] Sin más ingresos que los que pudieran proporcionar esas escasísimas intervenciones y unas 200 pesetas anuales de titular, que se cobraban cuando interesaba a la política caciquil de la época; sin garantía en el presente, ni mucho menos para el futuro, en su modestísimo destino público; sin ninguna consideración social para su modesto TítuloUniversitario, y lo que resulta más doloroso, sin que la mayoría de los facultativos reconocieran mérito ni necesidad a sus servicios técnico-auxiliares, se decidían a estudiar las disciplinas exigidas para la obtención del título, sin que podamos encontrar otro estímulo que lo justificara, que una gran vocación. Vocación que en mi padre adquiere firme expresión, al inculcar a sus dos hijos varonesun amor tal a la profesión, que ambos se titulan sin que se vislumbraran aún perspectivas de decoroso reconocimiento a la meritoria labor del Practicante, con su escuela de un modesto, pero garantizado, medio de ganarse el sustento.”

Por sus estudios y formación, el practicante, frente a una población de labriegos de escasa cultura y porte rústico, permanentemente ocupados en las laboresdel campo, era considerado como perteneciente a la “clase ilustrada”, junto con el cura y el maestro. Su círculo de amistades y relaciones, a pesar de su cordial y afable contacto con todo el mundo, era muy reducido y en sus actuaciones estaba obligado a mantener una actitud vigilante para no tomar posturas que le impidieran llevarse bien con todos o a retraerse en las ocasiones en que por susituación económica no alcanzaba a poder “alternar” con los “señoritos”. Si era soltero, estaba considerado como “un buen partido”, muy apetecido por los terratenientes del lugar como una buena pieza a la que sus hijas deberían seleccionar prioritariamente para un proyecto matrimonial que las librara de las faenas agrícolas.

Los médicos, a quienes se sometían sumisos y bajo cuyajurisdicción se situaban por ley, salvo honrosas excepciones, mantenían con ellos una relación distante y altanera, no exenta de recelos y resquemores. En no pocos casos, incluso, usurpaban las competencias de sus auxiliares, sin reparo alguno en privarles de sus precarios ingresos. Las quejas en este sentido venían de lejos y no se recataban en mostrar con elocuencia la acritud, la decepción y el...