Rocas
Para los héroes, el modelo en matar monstruos es Apolo con Pitón, en el amor por los muchachos es Apolo con Jacinto y Cipariso. Pero en la vida del dios existe un episodio que implica algo todavía más secreto que esos amores frecuentemente funestos. Es el episodio de la servidumbre de Apolo bajo Admeto, rey de Feras, en Tesalia. Sabemos de él que era hermoso, tenía famososrebaños, amaba las fiestas suntuosas y poseía el don de la hospitalidad. Sabemos esto, y casi nada más. Pero mucho sabemos de lo que se hizo por él. Por amor a Admeto, el dios más orgulloso, Apolo, aceptó pasar por un mercenario. Durante un largo período, el dios «inflamado por el amor del joven Admeto» fue un mayoral cualquiera, que llevaba a pastar los rebaños de ese rey provinciano, manteníadesgreñada la melena radiante, ni siquiera conservaba su cítara y silbaba con cañas.
Su hermana Artemis se sonrojaba de vergüenza. Por amor a Admeto, su mujer Alcestis, la más bella de las hijas de Pelias, aceptó morir, de la misma manera que un desconocido, a quien nadie amenaza, ocupa el puesto de un rehén en la llamada de la muerte. Por amor a Admeto, Apolo emborrachó a las Moiras: ésa fue quizá lafiesta más loca de la que ha quedado noticia, y de la que nada podemos decir, salvo que ocurrió. Las Moiras, doncellas de bellos brazos que hilan la vida de cada individuo, aparecen en la visión plutarquiana como «hijas de Ananque», la Necesidad. Y la Necesidad, recuerda Eurípides por haberla conocido «atravesando las Musas y las cimas», sin «hallar nada más fuerte», es la única potencia que notiene altares ni estatuas. Ananque es la única divinidad que no acepta los sacrificios. Sus hijas sólo pueden ser engañadas por la ebriedad. Pero es muy raro que la embriaguez las afecte. Apolo lo consiguió, y sólo por amor a Admeto, porque quería aplazar su muerte.
Apolo tiene una antigua venganza pendiente con la muerte. Zeus le había obligado a ser esclavo —oh, una querida esclavitud— deAdmeto, porque Asclepio, hijo de Apolo y de la traidora Corónide, había osado resucitar a un hombre. Zeus fulminó a Asclepio, y Apolo, por venganza, mató a los Cíclopes que habían forjado el rayo. A eso siguió el terrible castigo de Zeus contra Apolo. Quería sumirle en el Tártaro, y sólo porque Leto, su antigua amante, le suplicaba, decidió enviarle a Tesalia, como esclavo de Admeto. Con sus otrosamantes, como Jacinto y Cipariso, el amor terminaba siempre en muerte. Por error, y con dolor: aunque a la postre, había sido el propio Apolo quien los había matado. El disco lanzado por el dios, mientras jugaba con el amado, parte la cabeza de Jacinto. Cipariso escapa de Apolo que le corteja y se convierte, desesperado, en ciprés. Con Admeto ocurre lo contrario: por amor, Apolo quiere sustraerle ala muerte, y así él se arriesga de nuevo a lo que para un dios es el equivalente de la muerte: el exilio. Siempre por Admeto, Apolo aceptó otra prueba, quizá todavía más grave: ser pagado por el amado, como un pórnos, como un prostituto vulgar carente de todo derecho, extranjero en la propia ciudad, despreciado en primer lugar por sus amantes. Aquél fue el primer bonheur dans l'esclavage. Y quefuera Apolo quien lo sufría hacía mucho más deslumbrante la empresa.
Así Apolo, el amante por antonomasia, llega a un extremo que ningún humano volvería a alcanzar. No sólo confunde los papeles del amante y del amado, como después les ocurriría a Orestes y Pílades, a Aquiles y Patroclo, sino que llega a convertirse en el prostituto de su amado, o sea en uno de esos seres «que son considerados laraza peor entre los depravados», en defensa de los cuales jamás alguien, en Grecia, osó pronunciar una palabra. Y, como esclavo de su amado, intentó aplazar el momento de la muerte, algo que ni Zeus, ni siquiera por su Sarpedón, había osado hacer.
Pero ¿quién era Admeto? Cuando supo por Apolo que el momento de su muerte podía ser aplazado, siempre que otra persona muriera en su lugar,...
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