the colonel's lady
Los Peregrine tomaban el desayuno. Aunque estaban solos y la mesa era muy larga, ambos ocupaban las cabeceras. Colgados de las paredes, los ancestros de George Peregrine, pintados por artistas de moda en su época, los observaban desde lo alto. El mayordomo entró con el correo de la mañana. Había algunas cartaspersonales para el coronel, cartas de negocios, el Times, y un paquete para su esposa Evie. Miró las cartas y luego abrió el Times, se dedicó a leerlo. Terminaron el desayuno y se levantaron de la mesa. Se dio cuenta que su esposa no había abierto el paquete.
—¿Qué es? —preguntó.
—Sólo son algunos libros.
—¿Quieres que lo abra?
—Si quieres.
No se preocupó por buscar las tijerasasí que, con cierta dificultad, desató los cabos de la cuerda.
—Pero si son el mismo —dijo cuando desenvolvió el paquete—. ¿Para qué quieres seis copias del mismo libro? —Abrió uno de los ejemplares— Poesía. —Leyó entonces la portadilla: When pyramids decay, por E. K. Hamilton. Eva Katherine Hamilton era el nombre de soltera de su esposa. La miró con una sonrisa de sorpresa— ¿Hasescrito un libro, Evie? Eres una mañosa.
—No pensé que podría interesarte. ¿Quieres uno?
—Tú sabes que la poesía no está en mi línea, pero, claro, sí… me gustaría tener una copia. Voy a leerla. Me la llevaré a mi estudio. Tengo mucho trabajo esta mañana.
Reunió el Times, sus cartas, el libro y salió. Su estudio era una estancia amplia y confortable, con un gran escritorio, sillones decuero y lo que él llamaba “trofeos de caza” en las paredes. En los estantes había obras de consulta, libros de ganadería, jardinería, pesca y tiro, además de crónicas sobre la última guerra, en la que había ganado un mc y un dso.* Antes de su matrimonio había pertenecido a los Welsh Guards.** Al final de la guerra decidió adaptarse a la vida de un caballero de campo, en esa casainmensa, situada a unas veinte millas de Sheffield, población fundada por uno de sus antepasados durante el reinado de Jorge III. George Peregrine tenía una propiedad de unos 15 mil acres, los cuales administraba con sensatez; era juez de paz y desempeñaba sus obligaciones a conciencia. Durante la temporada de caza lo acompañaba un par de sabuesos dos veces a la semana. Era un buentirador, golfista y, aunque ahora estaba próximo a cumplir los cincuenta, aún era capaz de jugar una buena partida de tenis. Él mismo podría definirse, sin exagerar, como un deportista completo.
Últimamente se había tenido que imponer un régimen de alimentación, pero conservaba una figura esbelta: alto, cabellos grises y ensortijados que apenas empezaban a ralear en la coronilla,ojos azules y francos, buena presencia y un color sano. Era un hombre público pero espiritual, presidía varias organizaciones locales y, como correspondía a su clase y posición, era un miembro leal del Partido Conservador. Consideraba su deber cuidar el bienestar de la gente desde su condición y para él era satisfactorio saber que podía confiar en Evie para atender alos enfermos y socorrer a los pobres. Había hecho construir un hospital rural en las afueras del pueblo y pagaba de su bolsillo los honorarios de una enfermera. Todo lo que pedía a los beneficiados de su bondad era que, en las elecciones, locales o generales, votaran por sus candidatos. Era un hombre amistoso, afable con sus subordinados, considerado con sus iguales ypopular entre los habitantes de la zona. Se sentiría complacido, y al mismo tiempo cohibido, si alguien le dijera que era un simpático y buen amigo. Era todo lo que él quería ser. No deseaba nada más.
Era muy mala suerte que no tuviera hijos. Hubiera sido un padre modelo, tierno pero estricto, y podría haber educado a sus hijos como correspondía a los descendientes de un caballero,...
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