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El Segundo Foro Mundial del Agua fue celebrado
en La Haya del 17 al 22 de marzo, Día Mundial del Agua,
en medio de la preocupación por
una posible crisis mundial de agua. En efecto, es preocupante cómo encontrar agua para regar
los cultivos y satisfacer las necesidades de una población que crece constantemente. Para el año 2030, poblarán el planeta más de ocho mil millones de personas, cuya alimentación
requerirá 60 por ciento más de alimentos que hoy. Y como la agricultura es el sector que más
agua consume, incrementar la producción agrícola significa tomar cada vez más agua de las
reservas limitadas y sobre las que ya se ejerce mucha presión.
Programa de capacitación en Chapula, Zambia,
para enseñar a los campesinos a cultivar hortalizas con riego entubado
FAO/11167/Peyton Johnson
Pero algunos estudios recientes también justifican una actitud optimista. Una investigación de
la FAO del consumo de agua en 93 países en desarrollo indica que el aumento de la demanda
mundial de agua en realidad está disminuyendo su paso.
"Para el año 2030", afirma Reto Florin, jefe del Servicio de Recursos, Fomento y Aprovechamiento de Agua, de la FAO "los países en desarrollo deberían estar en condiciones
de incrementar rápidamente su producción de alimentos ampliando la superficie agrícola
irrigada cerca de una tercera parte, pero con apenas un 12 por ciento más de consumo de
agua".
Como las tierras de regadío producen entre dos y tres veces más cultivos que las de secano, extender la superficie irrigada debería ser la clave para alimentar a la población en aumento. Lo
sorprendente es que se puede lograr con apenas tan poca agua, pese a la demanda tan alta de
este líquido por parte de la irrigación.
La FAO considera que la eficiencia del riego y la capacidad de producir más alimentos con
menos agua está mejorando en las zonas áridas del mundo en desarrollo y que seguirá esta tendencia, en parte porque esos países no tienen opción. "Las limitaciones de agua en los
países en desarrollo los obligará a ser más eficientes", afirma JeanMarc Faurès, funcionario de
recursos hídricos de la FAO. En efecto, numerosos países del norte de África y el Cercano
Oriente ya están utilizando más del 40 por ciento del total de sus recursos hídricos renovables
en la agricultura. Contribuye a lograr este propósito que haya más investigación y capacitación en materia de
aprovechamiento del agua. Por ejemplo, cuando la FAO puso en marcha un proyecto de
horticultura hace un decenio en Cabo Verde, tardó en arrancar debido a lo limitado de los
recursos de agua de ese país africano insular y a la escasa lluvia anual (unos 230 milímetros por año). Entonces se introdujo el riego por goteo, con el cual sólo se lleva agua a donde hace
falta: el suelo por encima de las raíces. La producción hortícola de ese país se disparó de cinco
a 5 700 toneladas en 1991, y a 17 mil toneladas en 1999. Por este tipo de iniciativas, en parte,
la FAO anticipa que la eficiencia en la utilización del agua en los países en desarrollo aumente
de 43 a 50 por ciento para el año 2030. En algunas regiones donde hay escasez de agua, no existe eficiencia en su consumo capaz de
zanjar la brecha de la producción de alimentos. En estos casos, se aprovecha mejor el agua
para producir cultivos de alto valor comercial, para importar alimentos. En Túnez, por ejemplo,
los agricultores cada vez se dedican más a cultivar fruta, hortalizas y flores de regadío, en
virtud de su alto precio en el mercado. A veces el problema no es la falta de agua, sino la falta de acceso a la misma. Cuando hay
industria en las montañas, el agua fluvial puede contaminarse demasiado para las necesidades
de los agricultores de tierra abajo, o por falta de coordinación un agricultor puede impedir a otro
el acceso al líquido. El pequeño campesino puede carecer de los recursos para llevar agua a ...
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