Tokio
Pasada la crisis que siguió a la "burbuja económica", esa política replanteó el modelo de ciudad para los tokiotas. Y apuntó, sobre todo, a los complejos urbanos de usos múltiples, que pondrían fin a dos grandes deudas: el escasísimo espacio doméstico y urbano para la gente (11 millones, 30 contando los suburbios) y el tiempo diario de viajes, que sueleinsumirles hasta tres horas.
Sin embargo, en la burbuja de paz a la que esta capital silenciosa (no hay bocinas ni gritos, sólo cuervos) somete a los visitantes, la arquitectura, aún en sus versiones más efectistas, no excede visualmente el lugar de escenografía urbana. No invade ni molesta.
Parecería que Tokio tiene el poder de invertir el efecto del márketing de las ciudades. Hay obras detodo el firmamento de starchitects desperdigadas por la capital. Pero es la ciudad la que les da valor y caracter. Y no al revés.
Ni siquiera en esa suerte de arquitectódromo que es la calle Omotesando (la vía más chic, hogar de las grandes marcas) una, dos o veintisiete obras de autor a pasos una de la otra, logran contrarrestar la potencia de un boulevard de azaleas.
Y es curioso tambiéncómo Tokio somete a los extremos de escala. Del monumentalismo autoritario del complejo de Kenzo Tange para el Gobierno Metropolitano, en Shinjuku, se pasa sin intermedios a las viviendas mínimas que se distribuyen en las entreveradas callecitas de cada barrio, donde no sólo resultan acogedoras esas proporciones made in Oriente, sino también los aromas (del miso y demás derivados de la soja) y elefecto gastado (por vivido) de las cosas.
Ese contraste entre zonas de densidad en altura, híper iluminadas, con las áreas bajas que las rodean, impone un ritmo urbano intenso, que ofrece caminatas lúdicas. Observar esa demarcación desde miradores 360ø como el de la Torre Mori (piso 52), permite el fascinante juego de identificar los edificios, desde los más altos hasta los medianos, como siTokio fuera una gran maqueta.
Lo que no se evidencia desde lo alto es una de las singularidades de Tokio: no hay un centro sino varios. Son distritos casi autónomos y temáticos, muy diversos (Ginza es el financiero, Akihabara el electrónico, Roppongi el cultural, Shinjuku el corporativo y de entretenimiento, Asakusa el tradicional...) en los que confluyen los 23 barrios o "ku". Y en esteesquema atávico, el centro simbólico es un agujero: el Palacio Imperial y los jardines que, profunda fosa mediante, lo rodean.
Muestrario.Por momentos ultra sofisticada y por otros bizarra, Tokio parece un laboratorio de muestras arquitectónicas. Para la falta de espacio hay miles y deliciosos ejemplos de soluciones anónimas entre otros tantos de autor, como la casa T, de Toyo Ito, en Setagaya, unacajita de hormigón con fachada traslúcida y escalera externa a la terraza.
El despliegue y la combinación de materiales se luce, por caso, en la tienda Prada, de Herzog & De Meuron, en Aoyama, un volumen de rombos de cristales convexos con juntas de fibra plástica, que generan distorsiones ópticas. El perfil de cañón de calibre grosero del Mori Building, en el corazón de Roppongi; o la base"en tobogán" que emula al Monte Fuji del edificio Sompo, en Shinjuku, son una muestra mínima de la variedad de formatos de las torres de Tokio. También abunda la experimentación: imperdible la casa Natural Elipse, de EDH, un níveo huevo plástico que remite a los "love hotels" kitsch de la ciudad, clavado en una ochava de Shibuya. Ese barrio alberga además una de las primeras lecciones de la...
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