Un Arbol Que Cuenta Historias
O
La ilusión minera
Introducción: Un árbol que vive y cuenta
El treinta de octubre de 1998, el huracán Mitch devastó la mayor parte del territorio hondureño. Una de las comunidades que más sufrió el impacto fue el pequeño poblado de San Juancito, asentado en las faldas de una tupida y vasta montaña llamada La Tigra, situada a 32kilómetros de Tegucigalpa. Habiendo sido el más importante enclave minero de Centro América durante casi una centuria (1880-1960), San Juancito pasó a ser, al irse de su suelo la compañía extranjera que explotaba el mineral, uno de los pueblos más desvalidos del área. En ese lugar, invadido de fantasmas, de empinadas y angostas callejuelas, con centenas de sus antiguas casas clausuradas, envuelto confrecuencia por la bruma y la lluvia, en el año de 1986 comencé a construir mi casa y, empotrado en ella, un anfiteatro con capacidad para 200 personas. Un día del año 1989, la vivienda y el teatro fueron inaugurados con la presentación de dos cortas obras actuadas por un grupo teatral surgido en la propia comunidad: el Teatro Infantil “La Cantera”.
En el centro del poblado se erguía un árbol -unaceiba-, el cual con su descomunal ramaje daba la impresión de ser un tótem protector. Los pobladores y la ceiba, mantuvieron desde tiempos centenarios una relación ligada por las venas que hacen circular la historia, de la cual el árbol pasó a ser algo así como su memoria.
Durante 300 años –los mismos que, según dicen, tenía la ceiba- ni los embates de la naturaleza ni los(as) depredadores(as)pudieron derribarla. Cuando la conocí, a inicios de los años 80 del siglo pasado, servía de hogar a las aves, se mantenía altiva, cariñosa y, frente a ella, como si fuese un altar, nuestro espíritu se dejaba invadir por una inexplicable reverencia.
Cuando el huracán Mitch entró a San Juancito, después de arrasar con casas, cables eléctricos, negocios, escuelas, etc., encontró durante algunashoras la tenaz resistencia de la ceiba, la que agredida en sus raíces por la aguas desbordadas, y golpeado su ramaje por huracanados vientos, lentamente fue cediendo hasta el colapso final.
Quienes lo vieron, cuentan que en ese momento las lágrimas rodaron en algunas y algunos de los pobladores, para quienes la pérdida de la ceiba fue más dolorosa que la de sus propios bienes materiales.
Díasdespués de la tragedia -que eso fue-, viajé a San Juancito y frente al horror que mis ojos veían no se me ocurrió más que revivir al grupo infantil “La Cantera” y teatralizar no solamente lo sucedido durante el desastre natural sino la historia del pueblo ¿Y quién mejor que la vieja ceiba para contar esa historia?
Así fue como a través de una narración escénica cuyo personaje principal es elespíritu y el cuerpo del árbol, la historia de la comunidad volvió a la vida, así como la de su centenario símbolo.
Notas:
1. “Estampas de un pueblo minero” (Un árbol que cuenta historias) (nueva versión) es un texto originalmente escrito para ser representado por un grupo de niñas y niños de la aldea de San
Juancito, quienes conformaban el teatroInfantil “La Cantera”, y cuyas edades oscilaban entre los 10 y 15 años. En esta primera creación hubo participación comunitaria y el titulo de la misma fue “Historia de Una Ceiba o Antes del huracán “
2. Lo que al inicio se pensó como una pieza de teatro infantil terminó convirtiéndose en un espectáculo, ciertamente realizado por infantes, pero gustado y apreciado por toda clase depúblico.
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El autor
La obra escénica a la cual nos referimos fue montada en la comunidad de San Juan cito en el año 2000. Quienes formaron el elenco en aquel entonces eran niños y niñas oriundos de la comunidad.
Ahora en este año 2010 la pieza teatral ha sido remontada con estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, con quienes se ha formado un grupo...
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