Una_historia_de_Espana
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Publicado: 10 de octubre de 2015
Érase una vez una piel de toro con forma de España -llamada Ishapan:
tierra de buenos conejos :-) , les juro que la palabra significaba eso-, habitada
por un centenar de tribus, cada una de las cuales tenía su lengua e iba a su
rollo. Es más: procuraban destriparse a la menor ocasión, y sólo se unían entre
sí para reventar al vecino que (a) era más débil, (b) destacabapor tener las
mejores cosechas o ganados, o (c) tenía las mujeres más guapas, los hombres
más apuestos y las chozas más lujosas. Fueras cántabro, astur, bastetano,
mastieno, ilergete o lo que se terciara, que te fueran bien las cosas era
suficiente para que se juntaran unas cuantas tribus y te pasaran por la piedra, o
por el bronce, o por el hierro, según la época prehistórica que tocara. Envidiay
mala leche al cincuenta por ciento (véanse carbono 14 y pruebas genéticas de
Adn). El caso es que así, en plan general, toda esa pandilla de hijos de puta,
tan prolífica a largo plazo, podía clasificarse en dos grandes grupos étnicos:
iberos y celtas. Los primeros eran bajitos, morenos, y tenían más suerte con el
sol, las minas, la agricultura, las playas, el turismo fenicio y griego y otrosfactores económicos interesantes (véanse folletos de viajes de la época). Los
celtas, por su parte, eran rubios, ligeramente más bestias y a menudo más
pobres, cosa que resolvían haciendo incursiones en las tierras del sur, más que
nada para estrechar lazos con las iberas; que aunque menos exuberantes que
las rubias de arriba, tenían su puntito meridional y su morbo cañí (véase Dama
de Elche). Losiberos, claro, solían tomarlo a mal, y a menudo devolvían la
visita. Así que cuando no estaban descuartizándose en su propia casa, iberos y
celtas se la liaban parda unos a otros, sin complejos ni complejas. Facilitaba
mucho el método una espada genuinamente aborigen llamada falcata: prodigio
de herramienta forjada en hierro (véase Diodoro de Sicilia, que la califica de
magnífica), que cortaba comohoja de afeitar y que, cual era de esperar en
manos adecuadas, deparó a iberos, celtas y resto de la peña apasionantes
terapias de grupo y bonitos experimentos colectivos de cirugía en vivo y en
directo. Ayudaba mucho que, como entonces la península estaba tan llena de
bosques que una ardilla podía recorrerla saltando de árbol en árbol, todas
aquellas ruidosas incursiones, destripamientos confalcata y demás actos
sociales podían hacerse a la sombra, y eso facilitaba las cosas. Y las ganas.
Animaba mucho, vamos. De cualquier modo, hay que reconocer que en el arte
de picar carne propia o ajena, tanto iberos como celtas, y luego esos celtíberos
resultado de tantas incursiones románticas piel de toro arriba o piel de toro
abajo, eran auténticos virtuosos. Feroces y valientes hasta eldisparate (véanse
el No-do de entonces y los telediarios de Teleturdetania), la vida propia o ajena
les importaba literalmente un carajo; morían matando cuando los derrotaban y
cantando cuando los crucificaban, se suicidaban en masa cuando palmaba el
jefe de la tribu o perdía su equipo de fútbol, y las señoras eran de armas tomar.
O sea. Si eras enemigo y caías vivo en sus manos, más te valía no caer. Ysi
además aquellas angelicales criaturas de ambos sexos acababan de trasegar
unas litronas decaelia -cerveza de la época, como la San Miguel o la
Cruzcampo, pero en basto-, ya ni te cuento. Imaginen los botellones que liaban
mis primos. Y primas. Que en lo religioso, por cierto, a falta todavía de
monseñores que pastoreasen sus almas prohibiéndoles la coyunda, el
preservativo y el aborto, y afalta también del bañador de Falete y
de Sálvame para babear en grupo, rendían culto a los ríos -de ahí procede el
refrán celtíbero de perdidos, al río-, las montañas, los bosques, la luna y otros
etcéteras. Y éste era, siglo arriba o siglo abajo, el panorama de la tierra de
conejos cuando, sobre unos 800 años antes de que el Espíritu Santo en forma
de paloma visitara a la Virgen María, unos...
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