3 ESTROFA DEL LIBRO cancion de navidad
Pero a juzgar por el número de personas que se encaminaban a reuniones amistosas, cualquiera diría que en las casas no habría nadie para dar la bienvenida; sin embargo, en todas se esperaba compañía y se avivaban las lumbres hasta la altura de media chimenea.¡Cómo exultaba el fantasma! ¡Cómo henchía su desnudo pecho la respiración! ¡Cómo abría la palma de su mano libre y regaba a chorros generosos todo lo que quedaba a su alcance con inofensivo regocijo! El mismo farolero, que corría antes de puntear con motas de luz la calle lúgubre, iba arreglado para pasar la noche en alguna parte y, sin más compañía que la Navidad, se rió sonoramente cuando pasó elespíritu.
Y ahora, sin una sola palabra de advertencia del fantasma, se detuvieron en un hostil y desierto páramo, con monstruosas masas pétreas diseminadas como si fuera un cementetio de gigantes. El agua corría por todas partes -al menos así lo habría hecho si la helada no la tuviera prisionera-, y sólo crecían musgos, matojos y densas matas de burda hierba. Hacia el Oeste, el sol poniente habíadejado una banda de rojo ardiente que iluminó la desolación durante unos instantes, como un ojo rencoroso, y se fue cerrando, cerrando cada vez más, hasta perderse en las espesas tinieblas de la noche más negra.
"¿Qué sitio es éste?", preguntó Scrooge.
"Un lugar donde viven los mineros, que trabajan en las entrañas de la tierra", contestó el espíritu. "Pero me conocen. ¡Mira!"
Se encendióuna luz en una cabaña y ellos se aproximaron rápidamente. Atravesaron la pared de piedra y barro y encontraron una animada reunión en torno a una cálida lumbre. Un hombre muy viejo y una mujer, con sus hijos y los hijos de sus hijos, y otra generación posterior, todos engalanados con sus ropas de fiesta. El viejo, con una voz que apenas sobrepasaba el ulular del viento en la yerma extensión, lescantaba un villancico que ya era muy antiguo cuando él había sido niño, y de vez en cuando todos le acompañaban a coro. Cuando los demás unían sus voces, la del viejo se volvía más alegre y potente, y cuando se callaban, él bajaba el tono.
El espíritu no se demoró allí; indicó a Scrooge que se sujetase al manto y, pasando sobre el páramo, se dirigió rápidamente... ¿adónde? ¿No al mar? Sí, almar. Para espanto de Scrooge, al mirar hacia atrás vio al final de la tierra firme una temible alineación de rocas; sus oídos quedaron ensordecidos por el retumbar del agua que se desmoronaba rugiendo y se estrellaba con furia contra las siniestras cavernas que había ido socavando, y con fiereza intentaba perforar la tierra.
A una legua aproximadamente de la costa se alzaba un faro solitarioconstruido sobre un siniestro arrecife de hundidas rocas, azotadas y arañadas por el oleaje. En la base colgaban grandes aglomeraciones de algas y las aves marinas -se diría que nacían del viento, como las algas del agua- se elevaban y caían a su alrededor como las olas que peinaban.
Pero incluso aquí los dos hombres que atendían las señales habían encendido una lumbre que, a través del...
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