, resoluciones, sentencias, viajes para acá, viajes para allá, firme aquí y deme veinte pesos para papel sellado, pídaselos a la vieja, la vieja dice que no tiene un centavo ni para yerba; a mihermano, entonces; también está preso, qué le parece que se los dé cuando salga, ¿cuándo salga?, ¿tengo cara de zonzo?, y por fin, a la Penitenciaría o a la calle, a seguir robando o a languidecer en unacelda durante meses o años. El hombre joven, sentado en el suelo, sobre una colcha, parecía pensativo; a su lado, otro individuo, tendido sobre una frazada, dormía y roncaba suavemente. En todos ellosse notaba algo inestable y hablaban de asuntos que acentuaban esa sensación. Durante el largo rato, casi un día, que estuvo oyéndoles, ninguno habló de sus hijos, de sus padres, de su mujer, de sufamilia, y todos la tendrían o la habrían tenido, y aunque sin duda no era ese sitio adecuado para intimidades familiares y sentimentales, ¿cómo era posible que entre algunos de ellos, compañeros entresí, no hablasen, aunque fuese a media voz, en un rincón, de cosas íntimas?.
-Me notificaron de sentencia y apelé.
-Sí; el abogado pide doscientos pesos; el reloj no valía ni veinte. Lindo negocioser ladrón.
Con el tiempo, y sobre asuntos de su especialidad y profesión, oiría hablar así, aburrida y continuamente, a decenas de personas que parecían no tener más preocupaciones que las de suprofesión o especialidad: carpinteros y albañiles, médicos y abogados, zapateros y cómicos. El hombre bajo y calvo, derrotado de ropas, de barba crecida y cara como sucia, se detuvo en el centro delcalabozo.
- 6 -
-Ya no más que preso y creo que moriré dentro de esta leonera. Gracias a la nueva ley, los agentes me toman donde esté, aunque sea en una peluquería, afeitándome. L. C., ladrónconocido; conocido, sí, pero inútil. Hace meses que no robo nada. Estoy acobardado y viejo. Empecé a robar cuando era niño, tan chico que para alcanzar los bolsillos ajenos tenía que subirme sobre un...
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.