Aceptación
Doble con esmero sus playeras, acomode por estilo literario sus libros y metí en un portacds los escasosdiscos originales que alguna vez se compró, incluyéndole sin decirle y con la esperanza de que al descubrirlo una sonrisa y tal vez un par de recuerdos se asomaran en surostro, el nuevo cd de Van Halen que pensaba regalarle en nuestro aniversario, ese que ya nunca llegaríamos a celebrar.
Pensé en incluirle también una nota, pero todolo que quería decirle moría en mis pensamientos antes de osar llegar a alguna de las hojas de papel que suelo tener siempre a la mano. ¿Qué podría decirle que no lehubiera dicho ya? De pronto y por primera vez en mi vida, las letras, las palabras, los matices y adjetivos me parecieron insuficientes, pensamiento blasfemia para alguienque vive la literatura como si no hubiera un mañana, alguien que ha llorado con Benedetti, extrañado con Neruda, suspirado con Becquer, sufrido con E. M. Hull y amado conBibiana Faulkner.
Mientras miraba ese montoncito de cosas suyas no pude evitar darme cuenta que con mi mano estaba acariciando ese pequeño pedazo de mi piel dondeme tatué un símbolo que solo él y yo podríamos comprender en plenitud. Mis dedos recorrieron su contorno con suavidad y un par de lágrimas escaparon de mis ojos.
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