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LOS MUNDOS DE BORGES

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Jorge Alemán, escritor, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y Consejero
Cultural de la Embajada de la República Argentina, reflexiona acerca de las causas
de la duradera impronta que la figura de Borges ha dejado en toda una generación
de argentinos y avanza una interpretación «desde lo real»de la obra borgiana.

Borges y lo real

JORGE ALEMÁN
ILUSTRACIÓN JACOBO PÉREZ-ENCISO

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No quisiera hablar como especialisdegradar o disminuir
Fue inútil querer clasificarlo, trans- ademancillar,
ta en Borges. Más bien me gustaría
algún modo. Por el contrario; la
formarlo en un objetoliterario o lectura, la traducción y la escritura
dar testimonio de lo que Borges ha
hecho conmigo, de los efectos que
parte de la misma lógica de
acceder a una lectura sociológica, forman
su lectura ha ejercido sobre mí.
la invención literaria de tal manera
antropológica o estructuralista de que, como él mismo dijo comparanPodría decir, literalmente, que Borges fue el primer escritor que vi. Y
a losargentinos con los irlandesu obra. Había algo en el proce- do
digo «literalmente» porque a la edad
ses y con los judíos, la excentricidad
dimiento literario de Borges que no tiene por qué ser un déficit, la
de seis o siete años, yendo al colegio,
mi madre me señaló a alguien que
periferia no tiene por qué ser una
siempre se sustraía.
salía del hotel Crillón de Santa Fe y
condena que obligue a ésospaíses a
Libertad y me dijo «ése es Borges».
estar permanentemente interroNaturalmente, yo pregunté que quién era y ella me respondió que era
gándose acerca de su identidad y tratando de navegar a través de
un escritor, sin que yo tuviera en aquel entonces una idea muy clara
las distintas influencias que proceden de las tradiciones centrales.
de lo que significaba ser escritor y sin que pudierasiquiera imaginar
En suma, Borges hace emerger un nuevo valor que no es el de la perique la pregunta «¿qué significa ser escritor?» era la que, precisaferia, sino el de la excentricidad. La Argentina ya no es periférica,
mente, habitaba en Borges de un modo singular.
sino excéntrica, es decir, estamos fuera del centro pero esta posiLuego me tocó participar de una generación que lo ha discutido
ciónse transforma, gracias a Borges, no en un déficit sino en una
infinitamente, que incluso se ha desvelado con Borges ya que, por
ventaja, ya que ofrece la posibilidad de manejarse con todas las tramucho que una y otra vez intentáramos situarlo, nunca lo encontrádiciones, de tratar conjuntamente a grandes autores con autores
bamos donde suponíamos, pues siempre se hallaba en un límite quedesconocidos, de mezclar cimas de la filosofía con autores incierél mismo había construido. Fue inútil querer clasificarlo, transfortos, de inscribir una secuencia de nombres propios en la que puemarlo en un objeto literario o acceder a una lectura sociológica, antroden estar tanto aquéllos que constituyen las cumbres de la tradipológica o estructuralista de su obra. Había algo en el procedimiencióneuropea como algunos de los amigos con quienes Borges se
to literario de Borges que siempre se sustraía. Toda mi generación
reunía en una mesa de café en Buenos Aires.
quedó marcada por este problema. ¿Cómo ser borgiano? Imposible.
Esta operación de soberanía no tiene parangón en la historia
¿Cómo no serlo? Imposible también. La máquina literaria que había
de la literatura en nuestra lengua. Latransformación de las conconstituido Borges había generado tal cantidad de dilemas y disdiciones de la periferia en las condiciones de la excentricidad
yunciones, había construido un horizonte de preocupaciones liteconstituye una decisión literaria que nos sobrepasa. Por eso derarias tales que, queriendo salir, nos encontrábamos con él y quecía que ni siquiera la izquierda había soñado con semejante...