Alisa Vald S Rodr Guez El Club De Las Chicas Temerarias
Alisa ValdésRodríguez
EL CLUB DE LAS CHICAS
TEMERARIAS
ALISA VALDÉSRODRÍGUEZ
El club de las chicas temerarias
ÍNDICE
Capítulo 1. LAUREN ..................................................... 3
Capítulo 2. REBECCA ................................................. 36
Capítulo 3. ELIZABETH ............................................. 52Capítulo 4. SARA ......................................................... 60
Capítulo 5. AMBER ...................................................... 74
Capítulo 6. LAUREN ................................................... 84
Capítulo 7. USNAVYS ................................................. 93
Capítulo 8. AMBER/CUICATL ................................ 102Capítulo 9. LAUREN ................................................. 112
Capítulo 10. REBECCA ............................................. 133
Capítulo 11. ELIZABETH ......................................... 141
Capítulo 12. SARA ..................................................... 148
Capítulo 13. USNAVYS ............................................. 163
Capítulo 14. CUICATL .............................................. 172Capítulo 15. USNAVYS ............................................. 181
Capítulo 16. REBECCA ............................................. 193
Capítulo 17. SARA ..................................................... 205
Capítulo 18. REBECCA ............................................. 214
Capítulo 19. LAUREN ............................................... 224
Capítulo 20. ELIZABETH ......................................... 235Capítulo 21. USNAVYS ............................................. 239
Capítulo 22. LAUREN ............................................... 244
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA ....................................... 249
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ALISA VALDÉSRODRÍGUEZ
El club de las chicas temerarias
Capítulo 1.
LAUREN
Dos veces al año, cada año, las temerarias nos reunimos. Elizabeth, Sara, Rebec‐
ca, Usnavys, Amber y yo. Podemos estar en cualquier lugar del mundo —y, al ser
temerarias, viajamos mucho—, pero cogemos un avión, un tren, o lo que sea, y regre‐
samos a Boston para pasar una noche comiendo y bebiendo (mi especialidad); una
noche de chisme y charla1.
Lo hacemos desde hace seis años, desde que nos graduamos en la Universidad
de Boston y prometimos reunirnos dos veces al año, cada año, durante el resto de
nuestras vidas. Sí, es un gran compromiso. Pero ya sabes lo melodramáticas que
pueden llegar a ser las universitarias. Y, eh, de momento lo hemos conseguido. Hasta
ahora, la mayoría no ha faltado a una sola reunión del club de las chicas temerarias. Y es que, amiga mía, nosotras, las temerarias, somos responsables y comprometidas, que
es mucho más de lo que puedo decir de la mayoría de los hombres que he conocido,
de Ed en especial, el «texicano» cabezón.
Entraré en detalles en un minuto.
Aquí estoy, esperándolas despanzurrada en un asiento de plástico naranja en el
restaurante El Caballito, un antro en el vecindario de Jamaica Plain que sirve comida puertorriqueña y la llama «cubana», con la esperanza de atraer a una clientela de más
nivel. En vano. Esta noche, los únicos clientes son tres tigres jóvenes con cortes de pe‐
lo modernos, vaqueros enormes, camisas de cuadros de Hilfiger, y pendientes de oro
relucientes. Hablan español en argot y comprueban constantemente sus buscas. In‐
tento no observarlos, pero interceptan mi mirada un par de veces. Miro a otro lado, examino mi manicura francesa recién hecha. Me encantan mis manos, ¡son tan feme‐
ninas y armoniosas! Con un dedo trazo el contorno de un dibujo de un mapa de Cu‐
ba impreso en el mantel individual. Me recreo un momento en La Habana, trato de
imaginarme a papá de colegial, con pantalón corto y un diminuto reloj de oro, otean‐
do el mar hacia el norte, hacia su futuro. ...
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