Alumno Creado

Alumno nombrado, alumno creado.

Almorzábamos en la sala de profesores, seríamos 6 o 7, cuando entró una profe indignada con un alumno. "Cuando un pibe es una lacra, es una lacra", dijo mientras apoyaba estruendosamente trabajos, bolsas y cartera sobre la mesa. El aire se volvió espeso por unos instantes, hasta que alguien rompió el silencio con una broma. "¿En qué tomo de Piaget leíste eso?",preguntó.

Hice un esfuerzo por contener mi enojo. Me costaba tragar y dos bocados después abandoné lo que estaba comiendo y también la sala de profesores.

Durante el primer recreo, ya más calmado, convoqué a la profesora a la dirección y le reclamé a través de un acta que ratificará o rectificara por escrito lo que había dicho durante el almuerzo, advirtiéndole que en caso de ratificación seríaapercibida por el tono descalificatorio de su comentario.

Pronto, el resto de los docentes presentes en la escuela se había enterado del acta que habíamos firmado en privado en la dirección. Como suele ocurrir en estos casos, la noticia atravesó los turnos y cada posición consiguió adeptos y detractores. Debo reconocer que, habida cuenta de lo que ocurrió días después, mi posición no resultóser la más favorecida.

Una escuela como la nuestra, con proyecto pero sin PEI, basaba sus avances y sus propuestas en los fuertes debates y en la organización que se definía en las reuniones mensuales de personal, reuniones que sostuvimos invariablemente, a pesar de las idas y vueltas de los gobiernos provinciales de turno en relación con impulsar o no las jornadas de perfeccionamiento docente.En esas reuniones se 'cocinaban' las líneas de trabajo, los marcos políticos de referencia y las habilitaciones para que quien tuviera una propuesta que se encuadrara en la política general de la institución, la pudiera llevar a la práctica sin más requisitos que el compromiso de sostenerla mientras durara la experiencia.

Así entendíamos nosotros la construcción de un proyecto institucionalcolectivo, y la puesta en marcha de procesos de delegación. Así surgieron el centro cultural, el nodo de trueque, la cátedra abierta, las clases de informáticas en las escuelas vecinas a cargo de nuestro alumnos del último año, la cooperativa de reparación de Pc, el club de ciencias, las tareas de extensión de la sala de arte, la biblioteca popular abierta, el taller de reparación y entrega de ropa(en los momentos más difíciles de los '90), los murales callejeros, los ficheros de matemática recreativa, la experiencia de vida en la naturaleza, los guiones lectura, los campamentos, la investigación de la historia barrial, el ciclo de cine y formación, la comisión de jóvenes y memoria, las jornadas de juegos y las salidas al teatro para docentes, las visitas a las casas de los alumnos, laspeñas, la guardería nocturna para hijos de nuestras alumnas del bachillerato de adultos, etc.

Debí haberlo supuesto, pero en realidad me vi sorprendido cuando en la siguiente reunión de personal un grupo de profesores reclamó que alteráramos la propuesta de esa jornada y empezáramos discutiendo sobre la libertad de expresión en la escuela.

La rectificación y la disculpa de la profesora (que era lamisma que tiempo atrás había acompañado al alumno lastimado y a su familia hasta altas horas de la noche) habían ocurrido poco tiempo después del exabrupto. Tal vez por eso creí que el tema había quedado cerrado, pero no era así. Un número importante de docentes, muchos de ellos pertenecientes al amplio grupo de los que siempre se ponían la escuela al hombro, querían explicaciones. Querían sabersi desde ahora iban a tener que cuidarse de hablar delante de mi; si el espacio que les era propio, el de la sala de profesores, había quedado bajo mi supervisión y control; si la libertad para manifestarse abiertamente en la escuela estaba condicionada a mis criterios, etc.

Yo estaba desconcertado por el planteo. El acta realizada a la profesora no había terminado en sanción, solo había...