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LA TORMENTA


Tan solo un instante le llevó a Bryan para cambiar su vida por completo. Era una de esas noches sin luna, sombrías como pasillo de cementerio. Tiempos que no se olvidan, estábamosrepletos de una inmensa frialdad. A lo lejos, comenzaban a apilarse las primeras nubes, como anunciando una tormenta. Por mi cuerpo sentía un inmenso frio y soplaba haciendo un tumulto entre losárboles que daban por allí, acompañada con el sonido de los grillos y el rumor lejano que presagia desastres. Eran momentos de angustia en aquella oscuridad fría, mis ojos colmados de zozobra y desazóndejaba un sabor amargo a muerte y desamparo.


A pesar de venir abrigado con aquella chompa azul, comprada hacía ya 4 años en un puesto de “La merced”; aun sentía congelada la piel de la cara y exhalabaun denso humo blanquecino por la boca –cof cof- una tos se sentía en esta oscura calle. No podía sacar las manos de los bolsillos; por el frío y por que el tacto permanente sobre el arma que llevaba,me daba una mayor sensación de seguridad.


Continuó caminando, decidido hacia una iluminada calle que destacaba entre tanta penumbra; la luz reflejada un aspecto de claridad. Tenía que seguirpara encontrar un lugar por donde ingresar y no tener tanto frio; se encontraba con veredas casi sin acabar, pistas con hoyos por las lluvias, ni hablar de las inmundicias de perros y gatos que decorabanel ambiente.

A lo lejos se oía el eco de las campanas resonando, proveniente de la catedral de la ciudad; en un ángulo de la plaza se encuentra la Iglesia, su fachada estaba constituida porsetenta columnas con capiteles corintios, tres portadas y dos grandes arcos laterales, en su interior se encontraba un altar mayor, de estilo neoclásico, una de las 70 iglesias en el mundo autorizadas adesplegar el estandarte del Vaticano. Es simplemente una maravilla en mi ciudad. A casi 6 cuadras de donde se encontraba escuchó las campanadas, eran como las doce.

Apuró el paso sin sacar la...