Anton Chejov Aniuta

Páginas: 6 (1297 palabras) Publicado: 2 de marzo de 2015
ANIUTA

ANTÓN CHÉJOV



   Por la peor habitación del detestable Hotel Lisboa paseábase infatigablemente el estudiante de tercer año de Medicina Stepan Klochkov. Al par que paseaba, estudiaba en voz alta. Como llevaba largas horas entregado al doble ejercicio, tenía la garganta seca y la frente cubierta de sudor.
   Junto a la ventana, cuyos cristales empañaba la nieve congelada, estaba sentadaen una silla, cosiendo una camisa de hombre, Aniuta, morenilla de unos veinticinco años, muy delgada, muy pálida, de dulces ojos grises.
   En el reloj del corredor sonaron, catarrosas, las dos de la tarde; pero la habitación no estaba aún arreglada. La cama hallábase deshecha, y se veían, esparcidos por el aposento, libros y ropas. En un rincón había un lavabo nada limpio, lleno de aguaenjabonada.
   -El pulmón se divide en tres partes -recitaba Klochkov-. La parte superior llega hasta cuarta o quinta costilla...
   Para formarse idea de lo que acababa de decir, se palpó el pecho.
   -Las costillas están dispuestas paralelamente unas a otras, como las teclas de un piano -continuó- Para no errar en los cálculos, conviene orientarse sobre un esqueleto o sobre un ser humano vivo... Ven,Aniuta, voy a orientarme un poco...
   Aniuta interrumpió la costura, se quitó el corpiño y se acercó. Klochkov se sentó ante ella, frunció las cejas y empezó a palpar las costillas de la muchacha.
   -La primera costilla -observó- es difícil de tocar. Está detrás de la clavícula... Esta es la segunda, esta es la tercera, esta es la cuarta... Es raro; estás delgada, y, sin embargo, no es fácilorientarse sobre tu tórax... ¿Qué te pasa?
   -¡Tiene usted los dedos tan fríos!...
   -¡Bah! No te morirás... Bueno; esta es la tercera, esta es la cuarta... No, así las confundiré... Voy a dibujarlas...
   Cogió un pedazo de carboncillo y trazó en el pecho de Aniuta unas cuantas líneas paralelas,
correspondientes cada una a una costilla.
   -¡Muy bien! Ahora veo claro. Voy a auscultarte un poco.Levántate.
   La muchacha se levantó y Klochkov empezó a golpearle con el dedo en las costillas. Estaba tan absorto en la operación, que no advertía que los labios, la nariz y las manos de Aniuta se habían puesto azules de frío. Ella, sin embargo, no se movía, temiendo entorpecer el trabajo del estudiante. «Si no me estoy quieta -pensaba- no saldrá bien de los exámenes.»
   -¡Si, ahora todo está claro!-dijo por fin él, cesando de golpear-. Siéntate y no borres los dibujos hasta que yo acabe de aprenderme este maldito capítulo del pulmón. Y comenzó de nuevo a pasearse, estudiando en voz alta. Aniuta, con las rayas negras en el tórax, parecía tatuada. La pobre temblaba de frío y pensaba. Solía hablar muy poco, casi siempre estaba silenciosa, y pensaba, pensaba sin cesar.
   Klochkov era el sextode los jóvenes con quienes había vivido en los últimos seis o siete años. Todos sus amigos anteriores habían ya acabado sus estudios universitarios, habían ya concluido su carrera, y, naturalmente, la habían olvidado hacía tiempo. Uno de ellas vivía en París, otros dos eran médicos, el cuarto era pintor de fama, el quinto había llegado a catedrático. Klochkov no tardaría en terminar también susestudios. Le esperaba, sin duda, un bonito porvenir, acaso la celebridad; pero a la sazón se hallaba en la miseria. No tenían ni azúcar, ni té, ni tabaco. Aniuta apresuraba cuanto podía su labor para llevarla al almacén, cobrar los veinticinco copecs y comprar tabaco, té y azúcar.
   -¿Se puede? -preguntaron detrás de la puerta.
   Aniuta se echó a toda prisa un chal sobre los hombros.
   Entró elpintor Fetisov.
   -Vengo a pedirle a usted un favor -le dijo a Klochkov-. ¿Tendría usted la bondad de prestarme, por un par de horas, a su gentil amiga? Estoy pintando un cuadro y necesito una modelo.
   -¡Con mucho gusto! -contestó Klochkov-. ¡Anda, Aniuta!
   -¿Cree usted que es un placer para mí? -murmuró ella.
   -¡Pero mujer! -exclamó Klochkov-. Es por el arte... Bien puedes hacer ese...
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