Antonio Escohotado
Filósofo, jurista, sociólogo, escritor, traductor, psiconauta; padre desiete hijos, fruto de tres matrimonios…,
Antonio Escohotado nació en Madrid en 1941. Vivió en Río de Janeiro desde 1946 a 1956 porque su padre era
agregado de prensa en la embajada española en Brasil. Volvió a España y, como él mismo dice, pasó “del
trópico pagano al nacional-catolicismo (expresión acuñada por su amigo Carlos Moya, catedrático de
Sociología) mesetario de nuestros añoscincuenta”: del paganismo y el carnaval brasileños a la represión y los
grises españoles.
Su vocación fue, desde muy joven, la Filosofía con mayúsculas, con la utópica idea de elaborar una ‘Historia
del pensamiento occidental’. Por eso eligió esta carrera cuando le llegó el momento de iniciar estudios
universitarios, si bien se matriculó también en Derecho haciendo caso a aquel viejo yconocido consejo familiar
de “la Filosofía no tiene salidas profesionales, y en cambio el Derecho sí”, que algunos hemos vivido y
soportado. A pesar de las altas metas que desde tan joven se marcara, Antonio también tuvo su niñez, edad en la
que todos hemos hecho trastadas. Y así, en una entrevista reconocía que le quisieron expulsar dos veces del
colegio por blasfemo, tras haber metido sapos enel sagrario, la caja donde se guardan las hostias que se
reparten durante el acto de la comunión cristiana (2).
Los primeros años de universidad supusieron un golpe para su espíritu independiente, y con el paso de los años
sufriría unos cuantos más. La (por aquel entonces) Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central —
después Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educaciónde la Universidad Complutense— era “un diálogo de
sordos entre neotomistas, neopositivistas y neomarxistas”. Quien esto suscribe puede dar fe de que la situación
continuaba igual treinta años después, si bien el número de neotomistas se había reducido debido a las bajas
forzosas por jubilación y fallecimiento; pero para compensar apareció una nueva especie en crecimiento durante
la décadade los ochenta, la de los posmodernos, que ahora —veinte años más tarde— tal vez se llamen
“neoposmodernos”; no lo sé con seguridad. Escohotado se libró de soportarlos cuando estudiaba porque la
madre Francia aún no los había parido, pero posteriormente llegó a conocerlos muy bien: “Hoy hemos llegado a
intelectuales tipo Baudrillard, por ejemplo, y los que seguirán, de pensamiento débil,...
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