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Lo que pasa al enamorarse de una árabe (primera y segunda parte)

Publicado en noviembre 18, 2009de manuelguisande(Algunos consejos por si un día te enamoras de una árabe)Esto de enamorarse es una historia y nunca se sabe dónde salta la liebre, que quede claro que la liebre soy yo y solo yo; lo digo para que no haya mosqueos tontos demachismo, que empiezas con una palabra inocente y  terminan lanzándote un tratado comecocos que no veas.Bueno, pues a lo que iba. Mira que no hay chicas en Galicia, en Andalucía, en Cataluña o en Miranda de Ebro, pues cuando tenía 20 años ¿dónde crees tu que me enamoré? Y no hablo de la sioux, la maravillosa aborigen con la que me casé, que sus ancestros vivían en una reserva bajo una tienda, y noprecisamente de comestibles, no.Pues para una vez que decido ir a Marruecos, voy y me enamoro de una joven, Imaine El Omari, a la que conocí en invierno y, no te lo pierdas, en una playa, que es lo más lógico en invierno, claro, conocer a alguien en la playa. ¿Y en qué lugar?, pues en la localidad de Kenitra, a unos 50 kilómetros de Rabat, y donde años más tarde me enteré que estaba elmayor centro penitenciario de Marruecos; que es donde yo tendría que estar, que cuando me dejan suelto….Y, claro, como ella era árabe y yo gallego, pues sino llega a ser por el francés aún estaría ahora haciéndole señas y señas para decirle «Hola». Pero el caso es que cuando te enamoras de una persona de otra cultura siempre pasa algo y si con este artículo alguien puede sacar algo positivo… pues mi amoríoarabesco habrá valido para mucho más de lo que me imaginaba.Tras conocerla (estaba con dos amigas en la playa paseando y yo con mi buen amigo e ingeniero de Dragados Juan Miguel Pérez Rodríguez) comencé ya con el primer choque de civilizaciones, pues las invité a tomar algo y, no, las mujeres árabes no van a ninguna cafetería ni restaurante, salvo que se casen y, claro, era muy pronto esposarse pormucho que me apeteciera en ese momento un refrigerio. Así que después de varias horas hablando me dio su dirección para que le escribiese cuando llegase a España. ¿Iba yo a esperar?, naturalmente que no, que uno es muy pasional, y al día siguiente cogí mi coche, aparqué a unos 40 metros de su casa y allá me fui y llamé a su puerta.Las mujeres árabes tienen fama de tener unos ojos grandes ypreciosos, preciosísimos, y es cierto; pero los que vi nada más abrirme la puerta eran más que preciosos, eran impresionantes, pero impresionantes de grandes, tanto que parecían que iban a salirse de las órbitas. Es lo que hace el pánico.Una joven que no era Imaine me cogió del brazo, tiró de mí como si fuera una servilleta de papel y me metió a toda prisa por unas callejuelas. Y allí, entre unasparedes blanquecinas como mi mente me explicó que nadie en su sano juicio (juicio árabe y siendo hombre, se entiende), va buscar una chica a su casa y menos si es extranjero. Que eso por cierto ya lo había notado yo, que nadie paraba de mirarme, pero me lo corroboró y fue un detalle, que siempre está bien que te lo digan aunque todo un país te mire y tú aún tengas dudas.El caso es que no recuerdo otrascosas que me dijo, pero por la cara que ponía y por sus descomunales ojazos intuía que como que me iba a caer una de esas leyes raras que te dejan frito de por vida y que la única forma de evitarla es precisamente (si no te largas) ser un estratega, yendo al meollo del asunto y vivir de por vida con un burka, que viene del árabe «¿..;.-/-. )&,?¿¿^^`.??», creo. Una ruina, pero al menos estás vivohasta que te tengas que cortar el pelo y quitarte el prêt-à-porter ese.A lo que íbamos- Pronto descubrí que la joven de los ojos como melones era la hermana de mi amore y me explicó que, si quería hablar con ella, el mejor sitio era en el mercado a la hora de la compra. Y allí me tienes, entre melocotones, naranjas y limones, habla que te habla durante horas porque hacer la compra en Marruecos...
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