Arte, Luna y Locura
Veo pasar ante mis ojos la vida reflejada en el vidrio nítido de la ventana. Es como sentirse solo de repente al ver caer las últimas hojas de los árboles, precedidas por un frío,penetrante y abrumador sonido, como si se tratara de barras de bronce cayendo a cien metros sobre el cielo.
El aire sopla fuerte como queriendo entrar afanado por la ventana. Choca yretrocede con llantos de ira desenfrenada, al no encontrar alivio en la esperanza abandonada en el calor de la habitación.
Desvío la vista, con el anhelo inocente de encontrar la fortuna deexperimentar algo diferente. Algo que reanime el alma ajetreada de las masas sin memoria y sin consuelo. Encuentro, solamente, el llanto de las rosas al ser arrancadas bruscamente sin razón, losgemidos inquietos de las aves cansadas de volar en vano sin encontrar un madero de paz para reposar, el sol trasnochado por pasar en vela cuidando ciegamente de los deseos desenfrenados delas mentes brillantes.
Un suspiro atemorizado sale desgarrando el corazón demente, rebota contra las paredes lejanas, y regresa congelado. Se convierte en una banda de guerra fúnebre eingresa sin cuidado por mis tímpanos, recorriendo toda mi cabeza, y talando inhumanamente cada milímetro del cráneo. Sí. Es un martillo con punta de acero mezclada con el desasosiego del llantoeterno, y mango de dudas latientes e inmortales.
Mi cuerpo, ya sin fuerzas, se desmorona poco a poco. Cada partícula vuela al compás del viento helado e histérico. Todavía el dolor y ladecepción no carcomen mis ojos ni mi cerebro. Clamo por una pizca de sabiduría bañada en el deseo inmenso de sobrevivir a las turbulencias del alma consternada.
Lo sé. La esperanza de volver aser es lo último que debe perderse. Pero ya es demasiado tarde: mis ojos se derriten como cera al fuego.
La ciudad está desierta.
Al fin y al cabo, ¿qué más dá?
AuraMaría Silva
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