asigun dicen los presentes
el viento soplaba fuerte ese día en los potreros del cielo, haciendo que la espesura de las nubes grisaseas y con ansias de llover, molestaran las "vistas" delpaisanaje...
Los corrales de la ovejas estaban repletos y con ganas de hacer reventar algún poste medio reseco, cuando algún perro tumbero se le ocurría ladrar pegado a alambre y hacer que el piñocompleto se vuelque sobre el esquinero.
Por las dudas, y previendo la situación, los perros de Don Tuchi, el Guante, un barbucho negro de corbata blanca y la Mosca, una perrita amarilla bien “abierta”habían quedado haciendo guardia en los corrales grandes del fondo, por donde entra el piño.
El día se hacía largo y la comparsa de ángeles de Don San Pedro, que embretaba a puro grito y alguna que otrasacudida de ala bien fuerte y que más luego se afirmaba sobre el corderaje gordo para levantarlo sobre la tabla del corral de señalada, ya estaba que reventaba.
Varios habían arrancado el día tempranomateando y luego rodeando el "32 grande de las nubes llovedoras", campo difícil por la visual, a más que casi siempre llovía, vaya a saber uno porque...
Otros habían partido desde las casas con eltractor Fergusson, tirando a retinto, y el carro viejo de madera, llevando las redes y los víveres pa todo el día, acomodando las cosas antes de que se arrime el piño al corral pa dar una mano en laembretada con la red, y atajando el corderaje que siempre se desparrama a pesar de que los ovejeros baquianos arriman muy mansamente a los lanares.
Ya cayendo la tarde ventosa, quedando pocos corralesde corderos por señalar, y luego de haber churrasqueao un poco, una conversa surgió entre Don San Pedro y Don Tuchi...mientras Don Ernesto Oyarzún iba de lado a lado, con su cuchillo en mano,respondiendo a cada: "...Don Ernesto..cola!!!" gritaban juerte los ángeles pa que el viejo y casi "sordo" capataz los escuchara.
El viejo bañao en sangre dispues de cada coleada, andaba como un jovencito...
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